miércoles, 2 de julio de 2008

Ara Pacis: relieves

 
Obra: Ara Pacis
Fecha: Entre el 13 y el 9 a.C.
Estilo: Romano, periodo imperial
Material: Mármol de Carrara

Este templo (templum minus), mejor sería decir altar, es de forma rectangular. Fue construido entre el 13 y el 9 a.C. por mandato del Senado para dar gracias por la vuelta victoriosa a Roma del emperador Augusto tras la pacificación de las Galias e Hispania y cuando la paz se extendió por todo el Mediterráneo. Era un periodo amplio de paz que hacía tiempo no había conocido Roma. Por eso está dedicado a la diosa de la Paz, y en su honor se celebraban sacrificios en el ara que se encuentra en el interior del edificio.
Los relieves que aparecen en todas sus caras, tanto en el interior del templo como en el exterior, son de alta calidad. En el interior encontramos unos que son de tipo decorativo, como guirnaldas, bucráneos, y grecas. En el exterior se siguen encontrando elementos decorativos junto con los relieves históricos. En los lados mayores, sobre un zócalo, se encuentra un friso con roleos vegetales de hojas de acanto. 
Sobre el zócalo se hallan los relieves de tipo histórico con la procesión del sacrificio a la diosa de la Paz, distribuida en dos paneles laterales. 
La acción del cortejo no está del todo clara: para unos la escena representa el  reditus de Augusto, o sea la ceremonia de acogida dedicada al  princeps al regreso de su larga estancia en Galia y España; para otros, representa la inauguratio del Ara Pacis, que es  la ceremonia durante la cual, en 13 a.C., se procedió a delimitar y consagrar el espacio sobre el cual habría surgido el altar.
En el grupo procesional del lado sur se ve al emperador Augusto, con su familia, flámines y augures junto a los sacerdotes.


 
En el lado norte, más familiares, cargos públicos, magistrados y senadores.
 
 
En las paredes norte y sur hay cuatro alegorías, no todas igual de bien conservadas, que hacen alusión a la Tierra, a la fundación de Roma, a Eneas haciendo sacrificios a los dioses penates, y la diosa Roma.

Al entrar en el altar, a la derecha, un relieve muestra a Eneas, ya entrado en años, haciendo sacrificios a los dioses Penates. Aparece retratado con túnica sacerdotal y con la cabeza cubierta al hacer la ofrenda sobre un rústico altar. Un segundo asistente empuja a una cerda hacia el sacrificio, tal vez en el mismo lugar donde se fundará la ciudad de Lavinium si selee la escena a la luz del octavo libro de la Eneida. La parte final del brazo derecho de Eneas se ha perdido, pero es casi seguro que sostenddría una patera (copa ritual), como sugiere el joven asistente que lleva una bandeja con fruta y pan y una jarra en la mano derecha.
 
 
En el lado izquierdo se representa el mito de la fundación de Roma: Rómulo y Remo son amamantados por la loba en presencia de Faustolo, el pastor que adoptará y criará a los gemelos, y de Marte, el dios que los había engendrado uniéndose con la vestal Rea Silvia. En el centro de la composición se representa la higuera ruminal, bajo la cual fueron amamantados los gemelos. En el árbol se pueden distinguir las garras de un pájaro, en 1938 completado en el tramo como un águila, o, ¿tal vez un pájaro carpintero que, como la loba, era sagrado en Marte?.
El dios es representado en sus vestiduras guerreras, provisto de lanza, yelmo crestado adornado con un grifo y armadura sobre la cual se distingue la cabeza de una Gorgona.

 
A la izquierda del lado posterior del recinto se encuentra, para unos Tellus, la Madre Tierra, y para otros, Venus, madre divina de Eneas y progenitora de la Gens Iulia, a la que pertenece el propio Augusto. Una lectura adicional interpreta esta figura central como la Pax Augusta, la Paz, de la que el altar toma su nombre. La diosa se sienta sobre las rocas, vestida con un ligero jitón. Sobre la cabeza velada, una corona de flores y frutos. A sus pies, un buey y una oveja. La diosa sostiene dos querubines a sus costados, uno de los cuales atrae su mirada pasándole una manzana. En su vientre, un racimo de uvas y granadas completan el retrato de la divinidad progenitora, gracias a la cual prosperan los hombres, los animales y la vegetación. A los lados del panel dos mujeres jóvenes, las Aurae velificantes, una sentada sobre un dragón marino, la otra sobre un cisne, símbolo respectivamente de los vientos benéficos del mar y de la tierra.
 
Aura (en egriego αὒρα) es la personificación divina de la brisa. Velificatio es un dispositivo estilístico utilizado en el arte romano para enmarcar una deidad, Auras en este caso, por medio de una prenda ondulante sobre la cabeza.
 
 
Fragmento del Ara Pacis con su hipotética coloración originaria. No se pretende colorear, según los autores, el Ara Pacis como era, sino restituir, sobre la base de una hipótesis, el aspecto próximo al original de un pasado lejano pero no perdido.
En el panel derecho hay un fragmento del relieve de la diosa Roma, que se completaba con un "rayado" sobre argamasa. Teniendo en cuenta que está sentada sobre un trofeo de armas, sólo puede ser la diosa Roma, cuya presencia debe leerse en estrecha relación con la de Venus-Telo, ya que la prosperidad y la paz están garantizadas por la Roma victoriosa. La diosa se representa como una amazona: la cabeza rodeada por el yelmo, el pecho derecho desnudo, el balteo sobre el hombro sosteniendo una espada corta, un asta en la mano derecha. Muy probablemente las personificaciones de Honos y Virtus, colocadas a ambos lados de la diosa, a semejanza de dos jóvenes divinidades masculinas, formaban parte de la escena.


Todos estos relieves reciben la clara influencia del friso de las Panateneas realizado por el escultor griego Fidias en el Partenón de Atenas. Pero aquí hay más claridad, más orden en la composición. En la galería de retratos históricos están perfectamente identificados gran parte de los personales más importantes. Y mediante alto, medio y bajorrelieves, se consigue la profundidad en las escenas del friso. La variedad de miradas, de frente, de perfil, de tres cuartos, da verosimilitud a los personajes y a la escena.
Tenemos una obra en la que confluyen la influencia griega, el realismo etrusco, y la sobriedad romana, lo que hace de la escultura romana algo original.

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