lunes, 6 de abril de 2009

Caravaggio: Vocación de san Mateo

Obra: Vocación de san Mateo
Autor:
Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610)
Fecha:
XVII
Estilo:
Barroco 
Técnica:
Óleo sobre lienzo 

Caravaggio, pintor italiano barroco, realizó la pintura entre 1599 y 1600. Forma parte de tres cuadros que deberían ir en la capilla Contarelli de san Luis de los Franceses (Roma). Era, por tanto, una obra para ser vista por los fieles en general.
La escena recoge el texto del pasaje del evangelio [Lucas 5,27-28] en que se lee: "Después de esto, salió [Jesús], se quedó mirando a un recaudador llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él, abandonándolo todo, se levantó y empezó a seguirlo"
Aunque fue el primer encargo monumental que realizó y trabajó con mucha economía de medios, consiguió un resultado espléndido. En la misma capilla realizó la Inspiración de san Mateo (en el centro) y el martirio de este mismo santo a la derecha.
La escena ocurre, no en un despacho, sino en una taberna de Nápoles. Cinco de los siete personajes están vestidos a la manera de los contemporáneos de Caravaggio. Los cinco mencionados están calzados.
 
Sin embargo, Cristo y San Pedro, que entran en la habitación, están vestidos con una amplia túnica que los dota de cierta espiritualidad. Ambos personajes van descalzos, signo también de espiritualidad.
No hay idealismo en este cuadro, sino naturalismo. No podemos hablar de realismo, pues hay elementos muy estudiados. Mateo, que está sentado a la mesa, con un gesto de teatralidad, se hace el extrañado antes la llamada, como diciendo: ¿Es a mí?. Es un momento en acto con todo su dramatismo, del que sólo se dan cuenta él y los personajes sentados más cerca de Cristo. 
Al la derecha de Mateo hay dos personajes que siguen mirando a las monedas que uno de ellos cuenta con avaricia, como si la historia no fuera con ellos.
De gran valor de diálogo y simbolismo es la forma en que se entrelazan las líneas de las manos de Cristo, ordenándole el seguimiento, y la de San Pedro, que repite, como futuro jefe de la Iglesia, el mismo gesto,
gesto tomado prestado del fresco la Creación de Adán de Miguel Ángel.

Son tipos de lo más normal que podría encontrar Caravaggio en las tabernas napolitanas. El naturalismo se observa también en que ha eliminado del cuadro toda referencia externa a la santidad, excepto la pequeña línea que hace de nimbo sobre la cabeza de Cristo. La colocación de espaldas de dos personajes le aleja definitivamente de toda idealización del momento.
Ya estos elementos indicados son novedosos, pero todavía lo es más el empleo de la luz. La luz es el recurso plástico más fundamental en el cuadro, pues sirve para construir las figuras y fijar la composición del cuadro. Es una luz dirigida, intensa, que destruye donde no alcanza. Es una luz que forma una línea diagonal barroca que va desde la cabeza de Cristo, pasando por la mano, hasta llegar a Mateo. Esta forma de pintar con la luz tan fuerte se llama tenebrismo, técnica muy usada a partir de Caravaggio en la pintura barroca. Es una aplicación práctica sobre las posibilidades de la luz como recurso pictórico. Algo que en el XVII seguirán este dictado otros grandes pintores como Velázquez, Ribera o Rembrandt.
Los detalles naturalistas trajeron no pocos problemas a Caravaggio. La Iglesia veía en ello una falta de decoro hacia lo sagrado. Sin embargo, los cuadros de Caravaggio llegaban con facilidad a la sensibilidad de los contemporáneos, precisamente porque aquellas escenas le eran más próximas y reales. Pero dentro de la misma Iglesia había una tendencia, dentro de la necesaria reforma impuesta por el concilio de Trento, a volver a las formas más sencillas de la Iglesia primitiva. Por eso, también la Iglesia aceptó este tipo de pintura naturalista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Papa Francisco se refiere a este cuadro en las declaraciones hechas en setiembre de 2013. Se defiende que San Mateo es el muchacho que cuenta las monedas en la izquierda.i