jueves, 14 de mayo de 2009

Velázquez: Venus del espejo

Obra: Venus del espejo
Autor: Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660)
Fecha: Entre 1647 y 1651
Estilo: Barroco
Técnica: Óleo sobre lienzo

No se sabe muy bien cuando pintó Velázquez a esta Venus que se contempla ante un espejo. Hay quienes creen que lo hizo tras la vuelta del primer viaje que realizó a Italia. Otros comentaristas creen que lo debió pintar tras el segundo viaje a Italia, y que lo haría hacia 1651. En todo caso, por el color y las tonalidades, se sabe que es una obra de madurez. Consigue el efecto de profundidad a través de capas de color y con una pincelada excepcionalmente suelta. No hay paisaje ni decorados, solo una pared gris y una amplia tela de fondo.
Las Venus, como temática pictórica, estaban entonces en el ambiente y había una tradición de figuras de Venus tumbadas (Giorgione, Tiziano). Pero este desnudo era un tema inusual en la producción barroca española, y es el único que se conoce del artista. Tanto la representación como la exhibición o la posesión de cuadros que representaran desnudos estaba prohibida en España por la Inquisición. Probablemente por este motivo, existe escasa información sobre la obra. No sabemos ni dónde, ni cuando, ni para quién fue pintado. Tampoco conocemos a la modelo oculta bajo el título mitológico de Venus. Sería una pintura para uso privado y tendría, tal vez, la protección del propio rey Felipe IV.
En el cuadro hay un tema mitológico. Venus, recostada, contempla su imagen reflejada en el espejo que está en mitad del cuadro. Eros para los griegos, o Cupido para los romanos, hijo de Venus y Marte, dios de la guerra, sostiene el espejo. No hay paisaje ni decorados, solo una pared gris.
¿De quién es el rostro? Es aventurado tratar de encontrar la identidad de la modelo, pues Velázquez utilizó un recurso genial: difuminó su rostro y redondeó los rasgos. Es pura magia que nos parezca bellísima aunque no podamos distinguir su fisonomía. Pero la mitología está adecuada a la contemporaneidad de Velázquez, pues no es tanto una diosa idealizada, sino una mujer recostada. Velázquez no buscó crear el prototipo de las Venus venecianas idealizadas, sino, como acabas de leer, a una mujer normal echada, mostrando con claridad su cuerpo y la cabeza desde atrás. Este recurso de tratar temás mitológicos con personas muy reales no era nuevo en el pintor, pues ya lo había realizado en La fragua de Vulcano, por ejemplo. 
La composición del cuadro está muy pensada: fragmentos horizontales compensados por la posición vertical de Cupido, los cortinajes y el espejo. Cupido queda a un lado y la cabeza de Venus a otro, y en medio el espejo. Consigue el efecto de profundidad a través de capas de color contrastantes y con una pincelada excepcionalmente suelta.

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