lunes, 15 de octubre de 2012

Cruz de la Victoria


Obra:
Cruz de la Victoria. Catedral de Oviedo
Fecha: Comienzos del siglo X
Estilo: Prerrománico, periodo asturiano
Material: Madera de cerezo, lámina de oro y piedras diversas

La cruz de la Victoria es una cruz latina. Alfonso III el Magno, rey de Asturias, la donó a la catedral de San Salvador de Oviedo en el año 908, según consta en una inscripción colocada en el reverso de la cruz. Su estilo muestra ciertas semejanzas con la orfebrería carolingia del siglo IX.  Fue hecha por orfebres procedentes del reino franco durante el reinado de Alfonso III.
El alma de la cruz está formada por dos maderos de roble que se unen en el centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias.
Los brazos de la cruz, que parten de un medallón central, se ensanchan ligeramente desde el medallón conforme avanzan hacia los extremos, y acaban en tres medios círculos rematados a su vez por otros tres círculos casi cerrados. No obstante, el extremo inferior de la cruz, que le sirve de base, termina en dos círculos casi cerrados y no en tres, a fin de dejar espacio al astil que permite mantener la cruz en posición vertical.


El medallón central lo ocupaba, según diversos autores, un cristal de roca transparente que facilitaba la admiración de una reliquia del Lignum Crucis. La cruz está recubierta con oro, esmaltes, y pedrería tallada o en forma de cabujón.

El reverso de la cruz es liso y contiene escasas labores de orfebrería. Hay incrustadas cuatro gemas en forma de cabujón en cada uno de los extremos. Otras gemas más pequeñas están incrustadas en los bordes. Los clavos que fijan la lámina de oro a la cruz de madera están ocultos por florecillas, esferitas y formas amigdaloides soldadas.
Diversos autores señalan que la cruz pudo tener en el pasado un carácter ceremonial, sirviendo de guion en procesiones solemnes. Existen testimonios de época más moderna de que en tiempos de guerra la cruz era sacada de la Cámara Santa de Oviedo y depositada en el altar mayor de la Catedral ovetense, a fin de impetrar la paz y la victoria frente a los enemigos.
También aparecen en el reverso de la cruz inscripciones dedicatorias en la línea de la Cruz de los Ángeles, incluyendo el lema Hoc signo tuetur pius-Hoc signo vincitur inimicus (Con este signo es protegido el piadoso, con este signo es vencido el enemigo). Estas mismas palabras se repiten en otras cruces e inscripciones posteriores en diferentes lugares ovetenses (palacio real, muros de la ciudad de Oviedo, en La Foncalada, en San Martín de Salas, etc.). Esto demuestra la importancia de la veneración de la cruz en Oviedo, que llevó a consagrar no sólo monumentos religiosos sino también civiles.
Según cuenta la leyenda es la cruz que llevó Don Pelayo en la batalla de Covadonga y la que cohesionó a los astures, bajo un ideal más religioso que político. Se buscaba alcanzar una unidad sociocultural que facilitara la gobernabilidad. Pero este hecho, recogido por los eruditos en el XVI, ha sido desmentido recientemente por los arqueólogos que han demostrado con la prueba del C14 que la madera del interior de esta cruz procede de un árbol talado durante el reinado de Alfonso III el Magno, y no de la época de don Pelayo, primer rey de Asturias.
En 1977 esta cruz, junto con la Cruz de los Ángeles, fue robada, sufriendo graves desperfectos al ser arrancadas sus piedras preciosas y revestimientos de oro.

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