lunes, 9 de julio de 2012

Termas de Caracalla


Obra: Termas de Caracalla
Fecha:
212 a 217
Estilo:
Romano, periodo imperial
Material:
Hormigón, ladrillo, recubiertos de mármol

Las termas romanas son recintos públicos destinados a baños propios de la cultura romana. Pero pronto, hacia los siglo II y I a.C.,  las termas no sólo servían ya como baños públicos para la limpieza, sino que fueron lugares ideales para la conversación relajada, el recreo y la relación social, con todo lo que ello significaba.
Las termas mayores tenían en su interior una serie de instalaciones complejas: salas para ejercicios gimnásticos, salas de vapor y de masajes; piscinas, etc., y acabaron por ampliar sus instalaciones con salas de juego, bibliotecas, salas de conferencias, etc. A estos lugares acudía la gente que no podía permitirse tener un baño en su casa, como los plebeyos o los esclavos. Las termas públicas romanas respondían a una función social y política. Se cuidaba el ambiente con una delicada decoración en donde no se escatimaban medios, llenando las estancias de maravillosos fresco, mosaicos y estatuas.
La gran novedad hacia el año 100 a.C. fue el calentamiento del subsuelo e incluso de las paredes, pues ya no bastaba con calentar el agua de las bañeras o de una piscina. Había que proporcionar a la multitud un espacio cerrado donde hiciera calor. Para mejorar la difusión del calor, se construyó el sistema del hipocaustum, consistente en un doble suelo por el que discurría el aire caliente. El calor se llevaba por canalizaciones situadas debajo del edificio, cuyas baldosas se sustentaban sobre pilas de ladrillos. En las termas, para obtener un calor más intenso, se integraban además en los muros tubos de barro cocido, que daban salida al humo de los hornos y  al aire caliente que circulaba en el hipocausto. Dependiendo del grado de calor de estas, se separaban en grados de vapor.
Las termas albergaban en su interior diferentes estancias. El tepidarium era el cuarto de baño tibio y, probablemente, el lugar donde primero se agrupaban los bañistas antes de pasar a otras salas. Había salas para baños calientes (caldarium), para baños fríos (frigidarium), para sudar con temperaturas elevadas (sudatorium), salas de masajes. Abastecer de agua fue un problema fácilmente resuelto. Para calentar el agua se usaron unos hornos, interior uno y exterior el otro, que avivaban los esclavos. En función de la habitación a la que estuviera destinada, las aguas se calentaban a una temperatura o a otra.
 
 
Las Termas de Caracalla fueron el complejo de baños más lujoso de toda Roma. Su tamaño sólo fue superado por las Termas de Diocleciano. Hoy sólo se conservan las grandes ruinas que nos dan idea del monumental tamaño de la construcción. Estas instalaciones tenían un aforo para  mil seiscientos usuarios. 
 
 
El edificio fue construido en cinco años, lo que supone un logro de la ingeniería romana, considerando el tiempo que tardaron y la enormidad del complejo. Las termas contaban con un gran recinto, de más de 400 metros de anchura entre los ábsides, y una estructura central en donde se encontraban las termas, propiamente dichas. A su alrededor había un amplio jardín.
Y poco a poco se pasó del edificio funcional a un palacio de ensueño, donde las esculturas, los mosaicos, la decoración con pinturas y las arquitecturas suntuosas ofrecían a todos el esplendor de una mansión regia.
Estas termas permanecieron en uso más de trescientos años, y fueron abandonadas definitivamente hacia el año 537, cuando los bárbaros destruyeron los acueductos que las alimentaban para tomar la ciudad.

domingo, 8 de julio de 2012

Diadúmeno

Obra: Diadúmeno
Autor: Policleto
Fecha: 420 a.C.
Estilo: Griego, primer período clásico
Material: Mármol a partir de la original, posiblemente en bronce

La temática de la escultura griega, desde los inicios, se centra fundamentalmente en la figura humana. La escultura de bulto redondo es la más propicia para plasmar la grandeza y la perfección con las que los griegos concebían el cuerpo humano. 
El escultor griego realiza un esfuerzo constante por alcanzar la perfección, por superar los problemas de la anatomía humana, de la perspectiva, de la composición, de la expresividad, del “realismo idealizado”. Busca el naturalismo, porque la naturaleza es bella, pero realiza prototipos ideales de belleza que le llevan a indagar, entre otras cosas, las proporciones humanas perfectas. Este es el caso de Policleto. 
La estatua ilustra los principios enunciados por Policleto en su Canon, libro hoy desparecido, en el que se considera que la altura total del hombre equivalía a siete veces la altura de la cabeza, que es la longitud del pie apoyado. 
Aporta una interesante solución para las figuras de pie en reposo: una pierna soporta el peso del cuerpo y la otra apenas toca el suelo con la punta del pie, y flexiona la rodilla tirándola hacia atrás. La tensión que genera esta descompensación se compensa con ligeras inclinaciones en la pelvis y en los hombros. El momento que elige no es dinámico ni violento pero tampoco estático. El atleta está colocado relajadamente; así comienza el contraposto, una forma que hará historia posteriormente. 
La obra representa a un atleta griego en el momento de ceñir su cabeza con la cinta de la victoria que identifica al ganador de una competición deportiva. La postura hace que el personaje arquee todo el cuerpo, y desnivele el eje de las caderas y de los hombros. Y aunque todavía rige la ley de frontalidad para admirar la escultura, es el golpe de muerte a la ley de simetría
Todavía está desnudo después de la competición; otro elemento importante en la escultura griega: la valoración del desnudo humano.
Finalmente, conviene señalar la diartrosis, por la que se acentúan las líneas divisorias entre brazos y piernas, el borde inferior de los pectorales, cintura e ingles. En la imagen, detalle del torso del Diadúmenos Vaison, copia romana del siglo II d.C. en mármol.
 
Posiblemente el original estuvo realizado en bronce, pero como de tantas obras griegas, lo que conocemos son algunas copias romanas. Varias de ellas en la imagen de abajo.
 

 

 
 
 
 
 
 

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A temática da escultura grega, desde os inicios, céntrase fundamentalmente na figura humana. A escultura de vulto redondo é a máis propicia para plasmar a grandeza e a perfección coas que os gregos concibían o corpo humano.
O escultor grego realiza un esforzo constante por alcanzar a perfección, por superar os problemas da anatomía humana, da perspectiva, da composición, da expresividade, do "realismo idealizado". Busca o naturalismo, porque a natureza é bela, pero realiza prototipos ideais de beleza que o levan a indagar, entre outras cousas, as proporcións humanas perfectas. Este é o caso de Policleto.
A estatua ilustra os principios enunciados por Policleto no seu Canon, libro hoxe desaparecido, no que se considera que a altura total do home equivalía a sete veces a altura da cabeza, que é a lonxitude do pé apoiado.
Achega unha interesante solución para as figuras de pé en repouso: unha perna soporta o peso do corpo e a outra apenas toca o chan coa punta do pé, e flexiona o xeonllo tirándoo cara atrás. A tensión que xera esta descompensación compénsase con lixeiras inclinacións na pelve e nos ombreiros. O momento que elixe non é dinámico nin violento pero tampouco estático. O atleta está colocado relaxadamente; así comeza o contraposto, unha forma que fará historia posteriormente.
A obra representa a un atleta grego no momento de cinguir a súa cabeza coa cinta da vitoria que identifica ao gañador dunha competición deportiva. A postura fai que o personaxe arquee todo o corpo, e desnivele o eixo das cadeiras e dos ombreiros. E aínda que rexe a lei de frontalidade para admirar a escultura, é o golpe de morte á lei de simetría.
Aínda está espido logo da competición; outro elemento importante na escultura grega: a valoración do espido humano.
Finalmente, convén sinalar a diartrose pola que se acentúan as liñas divisorias entre brazos e pernas, o bordo inferior dos pectorais, cintura e inguas.
Posiblemente o orixinal estivo realizado en bronce, pero como de tantas obras gregas, o que coñecemos son algunhas copias romanas.
 




sábado, 7 de julio de 2012

Altar de Zeus


Obra:
Altar de Zeus en Pérgamo (hoy Turquía)
Fecha: 180-160 a.C.
Estilo: Griego, período helenístico
Técnica: Altorrelieves de mármol

En la época clásica griega, los templos, dedicados a los dioses o diosas de la ciudad, albergaban la estatua del dios o de la diosa  y se entraba en ellos para venerar al dios o diosa correspondiente. Las ceremonias religiosas se realizaban en el témenos, espacio sagrado situado delante del templo, donde se encontraban los altares para los sacrificios.
Pero durante el período helenístico estos altares fueron aumentando de tamaño hasta hacerse realmente grandes. Buen ejemplo de esto es este altar que se encontraba en la acrópolis de Pérgamo.
Está construido sobre un podio sobre el que se levanta una columnata de orden jónico dividida en tres cuerpos, uno central al fondo y dos laterales y con una gran escalinata.
En el patio cuadrangular de su interior estaba el altar para los sacrificios en el que se quemaba incienso y se hacían libaciones en honor de los dioses. 
La reconstrucción del altar realizada en el museo de Berlín ha modificado esta disposición.

Maqueta del altar de Zeus
 
Pero lo más importante de la obra se encuentra en el zócalo interior que tiene una decoración escultórica hecha en relieve, con 2,30 m de altura y 113 m de longitud. La  decoración narra la Gigantomaquia, un episodio de la mitología griega,  en la que luchan los dioses contra los gigantes y en la que, al final, Zeus y Atenea, dioses representados de forma poderosa, logran vencer a los gigantes.
Las escenas están tratadas con gran realismo y crudeza. La batalla se desencadena con una violencia terrible; los titanes son aniquilados por los dioses triunfantes, y se debaten entre el dolor y la agonía. Un salvaje movimiento y la agitación de los ropajes lo llenan todo.
A pesar de la enorme cantidad de motivos y figuras, el friso de Pérgamo recupera algunas de las cualidades esenciales de la estatuaria clásica del último momento: su claridad y nitidez, su organización visual y, en última instancia, su monumentalidad. La gran agitación y el carácter extremadamente voluminoso de muchas de las figuras, la narrativa gesticulación de sus rostros o la curiosa descripción de sus formas no son obstáculo para una visión global del conjunto y una fácil captación del ritmo.
Escena del altar de Zeus

 Para conseguir efectos más llamativos, el relieve ya no es plano, sino que está compuesto con figuras que casi salen totalmente de la pared (altorrelieve) y que, en la lucha, parecen desbordarse por la escalera que lleva hacia el altar. El artista se propuso conseguir efectos de gran fuerza dramática. En esta obra se aprecia cómo el arte griego del período helenístico alcanza su punto álgido de barroquismo.

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Obra: Altar de Zeus en Pérgamo (hoxe Turquía)
Data: 180-160 a.C.
Estilo: Grego, período helenístico
Técnica: Altos relevos de mármore

Na época clásica grega, os templos, dedicados aos deuses ou deusas da cidade, albergaban a estatua do deus ou da deusa; entrábase neles para venerar o deus ou deusa correspondente. As cerimonias relixiosas realizábanse no témenos, espazo sacro situado diante do templo, onde se atopaban os altares para os sacrificios. 
Pero durante o período helenístico estes altares foron aumentando de tamaño ata facerse realmente grandes. Bo exemplo disto é este altar que se atopaba na acrópole de Pérgamo.
Está construído sobre un podio sobre o que se levanta unha columnata de orde xónico dividida en tres corpos, un central ao fondo e dous laterais e cunha gran escalinata.
No patio cuadrangular do seu interior estaba o altar para os sacrificios no que se queimaba incenso e se facían libacións en honra dos deuses. A reconstrución do altar realizada no museo de Berlín modificou esta disposición.

Pero o máis importante da obra atópase no zócalo interior que ten unha decoración escultórica feita en relevo, con 2,30 m de altura e 113 m de lonxitude. A decoración narra a Xigantomaquia, un episodio da mitoloxía grega, na que loitan os deuses contra os xigantes e na que, ao final, Zeus e Atenea, deuses representados de forma poderosa, logran vencer os xigantes.
 As escenas están tratadas con gran realismo e crueza. A batalla desencadéase cunha violencia terrible; os titáns son aniquilados polos deuses triunfantes, e debátense entre a dor e a agonía. Un salvaxe movemento e a axitación das roupaxes éncheno todo.
A pesar da enorme cantidade de motivos e figuras, o friso de Pérgamo recupera algunhas das calidades esenciais da estatuaria clásica do último momento: a súa claridade e nitidez, a súa organización visual e, en última instancia, a súa monumentalidade. A gran axitación e o carácter extremadamente voluminoso de moitas das figuras, a narrativa xesticulación dos seus rostros ou a curiosa descrición das súas formas non son obstáculo para unha visión global do conxunto e unha fácil captación do ritmo. 

Escena del altar de Zeus
Para conseguir efectos máis rechamantes, o relevo xa non é plano, senón que está composto con figuras que case saen totalmente da parede (altorrelevo) e que, na loita, parecen desbordarse pola escaleira que leva cara ao altar. O artista propúxose conseguir efectos de gran forza dramática. Nesta obra apréciase como a arte grega do período helenístico alcanza o seu punto álxido de barroquismo.