Obra: Pantocrator - ábside de San
Clemente de Tahull
Autor: Maestro de Tahull
Fecha: Siglo XII
Estilo: Románico
Técnica: Pintura mural al fresco
Esta obra, realizada al fresco, se encontraba en la iglesia de San
Clemente, en el pueblo de Tahull, en el valle del Bohí. Pero tras ser arrancada de su lugar
original, actualmente está en el Museo Nacional de Cataluña (Barcelona).
Es una obra cumbre de la pintura románica del siglo XII. Se
ignora el nombre del autor, por lo que se habla del maestro de Tahull. El
pintor románico tiene que pintar en una superficie curva, como es un ábside,
poco propicia de entrada para pintar. Pero la maestría de estos artistas
supera con facilidad esta dificultad.
En el ábside, se ha pintado una teofanía, es decir una manifestación plástica de la Divinidad. En el cuarto de esfera del ábside aparece la figura del Pantocrátor (Maiestas domini o Cristo en Majestad), una obra grandiosa. Este Cristo impone reverencia y temor. La fijeza e intensidad de su mirada son sobrecogedoras; es como una figura que no pertenece a nuestro mundo. Estamos ante el Cristo Juez del Apocalipsis.
En el ábside, se ha pintado una teofanía, es decir una manifestación plástica de la Divinidad. En el cuarto de esfera del ábside aparece la figura del Pantocrátor (Maiestas domini o Cristo en Majestad), una obra grandiosa. Este Cristo impone reverencia y temor. La fijeza e intensidad de su mirada son sobrecogedoras; es como una figura que no pertenece a nuestro mundo. Estamos ante el Cristo Juez del Apocalipsis.
Esta circundada por la mandorla
o almendra mística, el óvalo de la perfección divina.
Es un Cristo que bendice con la mano derecha, revestido de
gloria en su trono; en su mano izquierda sostiene el libro de su doctrina, el
cristianismo, en la que señala "Ego sum lux mundi" (Yo soy la
luz del mundo). Apoya sus pies sobre un horizonte curvo, el mundo.
Cristo es también señor del tiempo (Cronocrátor),
simbolizado por la primera y la última letra del alfabeto griego (Alfa y Omega,
principio y fin).
Cristo está acompañado en su cielo y a sus plantas, en
círculos o ruedas sostenidas por ángeles, por el tetramorfos, los
vivientes del relato apocalíptico: el hombre (Mateo), el toro (Lucas), el
águila (Juan) y el león (Marcos); son los símbolos de los cuatro evangelistas.
En el Libro de Ezequiel 1,4-11, se lee: "Yo miré,
y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran nube con un fuego
fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de adentro, de en medio del
fuego, salía una claridad como de electro. En medio del fuego, vi la figura de
cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres. Cada uno tenía
cuatro rostros y cuatro alas. Sus piernas eran rectas; sus pies, como pezuñas
de ternero, y resplandecían con el fulgor del bronce bruñido. Por debajo de sus
alas, aparecían unas manos de hombre, sobre los cuatro costados; los cuatro
seres tenían rostros y alas. Sus alas se tocaban una a la otra, y ellos no se
volvían cuando avanzaban: cada uno iba derecho hacia adelante. En cuanto a la
forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro de hombre, un rostro de león
a la derecha, un rostro de toro a la izquierda, y un rostro de águila. Sus alas
estaban extendidas hacia lo alto: cada uno tenía dos alas que se tocaban entre
sí y otras dos que les cubrían el cuerpo."
Estamos ante uno de los frisos más bellos, solemnes y
expresivos del románico, riquísimo en la combinación y matización de los
colores, en donde predominan los rojos, azules, blancos, ocres y verdes.
Debajo del Cristo triunfante, a la altura
intermedia del ábside, entre el Cielo y la Tierra, se presenta el cortejo
celestial de los Apóstoles y la Virgen. Probablemente sean santo Tomás, san Bartolomé, la Virgen María, san Juan evangelista y Santiago. Son figuras que están pintadas
rigurosamente frontales, simétricas y separados entre sí por una escueta
arquería sobre columnas. Son personajes portadores de símbolos de la verdad y de la redención.
Los apóstoles llevan un libro en las manos, y la Virgen la copa de la sangre redentora de
Jesús.
Siguiendo la característica de la escultura románica, la mayoría de las figuras se adaptan al marco arquitectónico en que se encuentran, lo que ocasiona torsiones y posturas un tanto raras. La bidimensionalidad rige todo el conjunto. Es una pintura plana, sin perspectdiva en profundidad. Por eso, la mano esta frontal y los pies colgantes. El fondo está formado por tres capas amplias de color uniforme sobre las que se recortan las figuras que se perfilan en negro. Predomina la línea sobre el color, que solo se utiliza como relleno o para dar cierta sensación de volumen (ver la cara de Cristo o la de los santos de la parte inferior, por ejemplo).
Es una pintura riquísima en la combinación y matización de los
colores, en donde predominan los rojos, azules, blancos, ocres y verdes.
Los maestros pintores fueron los encargados de
desarrollar sobre los muros de este y otros templos del románico programas
iconográficos que ofrecían a los fieles, al igual que la escultura, elementos
de información, de piedad y de exaltación religiosa. La función didáctica,
de igual manera que en la escultura, es clara.
Además, la iglesia contenía otras pinturas que se encuentran también en el Museo de Arte de Cataluña.
A pocos metros de esta construcción se encuentra la iglesia de santa María, levantada y consagrada al mismo tiempo que la de san Clemente. Toda ella está decorada también con pintura románica mural (ábside, muros y columnas). En la bóveda del ábside la figura que preside todo es la de la Virgen María. Son pinturas realizadas por dos maestros distintos. Las pinturas también están hoy arrancadas y colocadas en el Museo Nacional de Cataluña (Barcelona).
A pocos metros de esta construcción se encuentra la iglesia de santa María, levantada y consagrada al mismo tiempo que la de san Clemente. Toda ella está decorada también con pintura románica mural (ábside, muros y columnas). En la bóveda del ábside la figura que preside todo es la de la Virgen María. Son pinturas realizadas por dos maestros distintos. Las pinturas también están hoy arrancadas y colocadas en el Museo Nacional de Cataluña (Barcelona).
En 1904 estas pinturas estaban ocultas por un retablo gótico y encaladas. En 1907 se llevó a cabo el primer trabajo sobre el conjunto. Y entre 1919 y 1923 se llevó a cabo el arranque y traslado de la pintura mural al Museo de Arte de Cataluña, hoy Museo Nacional de Arte de Cataluña, donde se
encuentran actualmente.
Estado actual de las pinturas de la iglesia. En 2013, después de quitar una antigua
copia se realizó un minucioso proceso de restauración que puso al
descubierto restos de la pintura original que se habían conservado
en las capas profundas de las paredes del ábside.
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Obra: Pantocrátor
- ábsida de san Clemente de Tahull
Autor: Mestre de
Tahull
Data: Século XII
Estilo: Románico
Técnica: Pintura
mural ao fresco
Esta obra, realizada ao fresco, atopábase na igrexa de san Clemente, na vila
de Tahull. Pero tras ser arrincada do seu lugar orixinal, actualmente
está no Museo Nacional de Cataluña (Barcelona).
É
unha obra cume da pintura románica do século XII. Ignórase o nome do autor,
polo que se fala do mestre de Tahull. O pintor románico ten que pintar nunha
superficie curva, como é unha ábsida, pouco propicia de entrada para pintar.
Pero a mestría destes artistas supera con facilidade esta dificultade.
Pintouse
unha teofanía, é dicir unha manifestación plástica da Divindade. No
cuarto de esfera da ábsida aparece a figura do Pantocrátor (Cristo en Maxestade).
Trátase dunha figura grandiosa circundada pola mandorla ou améndoa
mística, o óvalo da perfección divina. Este Cristo impón reverencia e temor. A
fixeza e intensidade da súa mirada son arrepiantes; é como unha figura que non
pertence ao noso mundo. Estamos ante o Cristo Xuíz da Apocalipse. Cristo é
tamén señor do tempo (Cronocrátor), simbolizado pola primeira e a última letra
do alfabeto grego (Alfa e Omega, principio e fin). É un Cristo que bendí coa
man dereita, revestido de gloria no seu trono; na súa man esquerda sostén o
libro da súa doutrina, o cristianismo, na que sinala "Ego sum lux
mundi" (Eu son a luz do mundo), e que apoia os seus pés sobre un horizonte
curvo, o mundo.
Cristo está acompañado no seu ceo e ás súas plantas, en círculos ou rodas sostidas por anxos, polo tetramorfos, os viventes do relato apocalíptico: o home (Mateu), o touro (Lucas), a aguia (Xoán) e o león (Marcos); son os símbolos dos catro evanxelistas.
No Libro de Ezequiel 1,4-11, lese: "Eu mirei, e vin un vento tempestuosos que viña do norte, e unha gran nube cun lume fulgurante e un resplandor en torno dela; e de dentro, do medio do lume, saía unha claridade como de electro. No medio do lume, vin a figura de catro seres viventes, que polo seu aspecto parecían homes. Cada un tiña catro rostros e catro ás. As súas pernas eran rectas; os seus pés, como pezuños de tenreiro, e resplandecían co fulgor do bronce brunido. Por baixo das súas ás, aparecían unhas mans de home, sobre os catro costados; os catro seres tiñan rostros e ás. As súas ás tocábanse unha á outra, e eles non se volvían cando avanzaban: cada un ía dereito cara a adiante. En canto á forma dos seus rostros, os catro tiñan un rostro de home, un rostro de león á dereita, un rostro de touro á esquerda, e un rostro de aguia. As súas ás estaban estendidas cara ao alto: cada un tiña dúas ás que se tocaban entre si e outras dúas que lle cubrían o corpo."
Estamos ante un dos frisos máis belos, solemnes e expresivos do románico, riquísimo na combinación e matización das cores, onde predominan os vermellos, azuis, brancos, ocres e verdes.
Cristo está acompañado no seu ceo e ás súas plantas, en círculos ou rodas sostidas por anxos, polo tetramorfos, os viventes do relato apocalíptico: o home (Mateu), o touro (Lucas), a aguia (Xoán) e o león (Marcos); son os símbolos dos catro evanxelistas.
No Libro de Ezequiel 1,4-11, lese: "Eu mirei, e vin un vento tempestuosos que viña do norte, e unha gran nube cun lume fulgurante e un resplandor en torno dela; e de dentro, do medio do lume, saía unha claridade como de electro. No medio do lume, vin a figura de catro seres viventes, que polo seu aspecto parecían homes. Cada un tiña catro rostros e catro ás. As súas pernas eran rectas; os seus pés, como pezuños de tenreiro, e resplandecían co fulgor do bronce brunido. Por baixo das súas ás, aparecían unhas mans de home, sobre os catro costados; os catro seres tiñan rostros e ás. As súas ás tocábanse unha á outra, e eles non se volvían cando avanzaban: cada un ía dereito cara a adiante. En canto á forma dos seus rostros, os catro tiñan un rostro de home, un rostro de león á dereita, un rostro de touro á esquerda, e un rostro de aguia. As súas ás estaban estendidas cara ao alto: cada un tiña dúas ás que se tocaban entre si e outras dúas que lle cubrían o corpo."
Estamos ante un dos frisos máis belos, solemnes e expresivos do románico, riquísimo na combinación e matización das cores, onde predominan os vermellos, azuis, brancos, ocres e verdes.
Debaixo
do Cristo triunfante ou Pantocrátor, na altura intermedia da ábsida, entre o
Ceo e a Terra, preséntase o cortexo celestial dos Apóstolos e a Virxe.
Son figuras que están pintadas rigorosamente frontais, simétricas e separadas
entre si por unha sinxela arcaría. Son personaxes portadores de símbolos da
verdade e da redención. Por exemplo, a Virxe leva nas súas mans a copa do
sangue redentor de Xesús.
Os mestres pintores foron os encargados de desenvolver sobre os muros deste e doutros templos do románico programas iconográficos que ofrecían aos fieis, do mesmo xeito que a escultura, elementos de información, de piedade e de exaltación relixiosa. A función didáctica, de igual xeito que na escultura, é clara.
A poucos metros desta construción atópase a igrexa de santa María, levantada e consagrada ao mesmo tempo que a de san Clemente. Toda ela está decorada tamén con pintura románica mural (ábsida, muros e columnas). Na bóveda da ábsida a figura que preside todo é a da Virxe María. Son pinturas realizadas por dous mestres distintos. As pinturas tamén están hoxe arrincadas e colocadas no Museo Nacional de Cataluña (Barcelona).
Os mestres pintores foron os encargados de desenvolver sobre os muros deste e doutros templos do románico programas iconográficos que ofrecían aos fieis, do mesmo xeito que a escultura, elementos de información, de piedade e de exaltación relixiosa. A función didáctica, de igual xeito que na escultura, é clara.
A poucos metros desta construción atópase a igrexa de santa María, levantada e consagrada ao mesmo tempo que a de san Clemente. Toda ela está decorada tamén con pintura románica mural (ábsida, muros e columnas). Na bóveda da ábsida a figura que preside todo é a da Virxe María. Son pinturas realizadas por dous mestres distintos. As pinturas tamén están hoxe arrincadas e colocadas no Museo Nacional de Cataluña (Barcelona).