Autor: Mirón
Estilo: Griego, periodo clásico
Fecha: Siglo V a.C., segunda mitad
Material: Copia romana en mármol sobre el original de bronce
La obra que vemos es una copia romana
en mármol del original en bronce realizado por Mirón hacia el 455 a.C.
Rompe
con la simetría y el hieratismo de periodos anteriores de la escultura griega.
Busca y consigue el movimiento en potencia, un movimiento sugerido, de tensión
antes de lanzar el disco.
Está organizado en torno a dos arcos que se cortan:
el primer arco está formado por los brazos y los hombros y va hasta el pie
levantado; el segundo, une la cabeza y la espalda para terminar en el pie que
soporta el mayor peso del cuerpo.
El autor tiene un buen conocimiento de la
anatomía humana. Busca la belleza ideal, por lo que la cara no
es ningún retrato.
A pesar de estos avances en la escultura, todavía mantiene
ciertos rasgos del periodo severo, como la inexpresividad del rostro, que no
denota ningún atisbo del esfuerzo realizado. Y que, a pesar del movimiento,
sigue habiendo cierta frontalidad, en el sentido de que el mejor punto para
contemplar la obra es el frontal y no los laterales.
La época en que trabaja se
corresponde con el momento de mayor esplendor de la Grecia clásica de Pericles.
El gusto de los romanos por la escultura griega les llevó a hacer copias de
obras originales con gran perfección y gracias a ellas, conocemos la escultura
griega con bastante seguridad.
La escultura original del Discóbolo se realizó casi
seguramente en bronce pero la mayoría de copias romanas que de ella se
hicieron son de mármol. Algunas
reproducciones romanas se hicieron en bronce y de una de las
que sobrevivió es esta.
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A obra que vemos é unha copia romana
en mármore do orixinal en bronce, realizado por Mirón cara ao 455 a.C.
Rompe coa simetría e
o hieratismo de períodos anteriores da escultura grega. Busca e consegue o
movemento en potencia, un movemento suxerido, de tensión antes do lanzar o
disco.
Está organizado ao redor de dous arcos que se cortan: o primeiro arco
está formado polos brazos e os ombreiros e vai ata o pé levantado; o segundo,
une a cabeza e as costas para terminar no pé que soporta o maior peso do corpo.
O autor ten un bo coñecemento da anatomía humana. Busca a beleza ideal, polo
que a cara non é ningún retrato.
A pesar destes avances na escultura, aínda
mantén certos trazos do período severo, como a inexpresividade do rostro, que
non denota ningún indicio do esforzo realizado. E que, a pesar do movemento,
segue habendo certa frontalidade, no sentido de que o mellor punto para
contemplar a obra é o frontal e non os laterais.
A época en que traballa
correspóndese co momento de maior esplendor da Grecia clásica de Pericles. O
gusto dos romanos pola escultura grega levounos a facer copias de obras
orixinais con gran perfección, e grazas a elas coñecemos a escultura grega con
bastante seguridade.
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