martes, 3 de junio de 2008

Mirón: El discóbolo

Obra:
El discóbolo
Autor: Mirón
Estilo: Griego, periodo clásico
Fecha: Siglo V a.C., segunda mitad
Material: Copia romana en mármol sobre el original de bronce

La obra que vemos es una copia romana en mármol del original en bronce realizado por Mirón hacia el 455 a.C.
Rompe con la simetría y el hieratismo de periodos anteriores de la escultura griega. Busca y consigue el movimiento en potencia, un movimiento sugerido, de tensión antes de lanzar el disco. 
Está organizado en torno a dos arcos que se cortan: el primer arco está formado por los brazos y los hombros y va hasta el pie levantado; el segundo, une la cabeza y la espalda para terminar en el pie que soporta el mayor peso del cuerpo. 
El autor tiene un buen conocimiento de la anatomía humana. Busca la belleza ideal, por lo que la cara no es ningún retrato. 
A pesar de estos avances en la escultura, todavía mantiene ciertos rasgos del periodo severo, como la inexpresividad del rostro, que no denota ningún atisbo del esfuerzo realizado. Y que, a pesar del movimiento, sigue habiendo cierta frontalidad, en el sentido de que el mejor punto para contemplar la obra es el frontal y no los laterales. 
La época en que trabaja se corresponde con el momento de mayor esplendor de la Grecia clásica de Pericles. El gusto de los romanos por la escultura griega les llevó a hacer copias de obras originales con gran perfección y gracias a ellas, conocemos la escultura griega con bastante seguridad.

La escultura original del Discóbolo se realizó casi seguramente en bronce pero la mayoría de copias romanas que de ella se hicieron son de mármol. Algunas reproducciones romanas se hicieron en bronce y de una de las que sobrevivió es esta.
 
 
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A obra que vemos é unha copia romana en mármore do orixinal en bronce, realizado por Mirón cara ao 455 a.C.
Rompe coa simetría e o hieratismo de períodos anteriores da escultura grega. Busca e consegue o movemento en potencia, un movemento suxerido, de tensión antes do lanzar o disco. 
Está organizado ao redor de dous arcos que se cortan: o primeiro arco está formado polos brazos e os ombreiros e vai ata o pé levantado; o segundo, une a cabeza e as costas para terminar no pé que soporta o maior peso do corpo. 
O autor ten un bo coñecemento da anatomía humana. Busca a beleza ideal, polo que a cara non é ningún retrato. 
A pesar destes avances na escultura, aínda mantén certos trazos do período severo, como a inexpresividade do rostro, que non denota ningún indicio do esforzo realizado. E que, a pesar do movemento, segue habendo certa frontalidade, no sentido de que o mellor punto para contemplar a obra é o frontal e non os laterais. 
A época en que traballa correspóndese co momento de maior esplendor da Grecia clásica de Pericles. O gusto dos romanos pola escultura grega levounos a facer copias de obras orixinais con gran perfección, e grazas a elas coñecemos a escultura grega con bastante seguridade.
Unha copia atopada no Vaticano.

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