Autor: Juan Martínez Montañés (1568-1649)
Fecha: 1629-1631
Estilo: Barroco
Técnica: Madera policromada y dorada
La Inmaculada, o Purísima, que vemos es una escultura en madera de cedro realizada para una capilla de la catedral de Sevilla. Mide 1,64 metros de altura. Martínez Montañés, su autor, es un escultor que pertenece a la escuela barroca sevillana. Era un hombre profundamente religioso que perteneció a una agrupación religiosa que defendía la concepción inmaculada de la Virgen.
Según la tradición cristiana, la Virgen María fue concebida sin el pecado original, pura e inmaculada de cualquier inclinación al mal. España, y Sevilla en particular, se van a caracterizar por defender esta creencia. En 1854 será declarado dogma para los católicos en estos términos: "afirmamos y pronunciamos la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles".
Sigue los postulados estéticos que el pintor Pacheco da en su Tratado de la pintura. Por eso tomó como punto de partida la vision del Apocalipsis. La Virgen aparece sobre una nube con la media luna y los ángeles sirviéndola de pedestal. La Virgen, con cara de niña y con las manos juntas en actitud de oración, inclina y ladea suavemente la cabeza en señal de humildad y sumisión a la voluntad de Dios.
Un suave contraposto hace que notemos la rodilla a través de los ropajes. La postura es clásica, moderada. Es una forma de interpretar de forma serena y clásica que contrasta con la la escultura más apasionada de la escuela castellana de Gregorio Fernández. Presenta abundancia de ropajes en los pies, formando una sólida base. Es una arte inspirado en el natural; su realismo es barroco por contraste con lo anterior, lo manierista.
Popularmente se la conoce con el nombre de "La cieguecita" por tener la mirada baja y los ojos entornados. Descansa sobre una peana de querubines que guarda una composición trapezoidal. La policromía, con túnica blanca y manto celeste, fue realizada por Baltasar Quintero; aunque la policromía actual corresponde a 1779, en la que se modificaron los colores originales.
Si en Castilla la Virgen aparece en edad madura transida de dolor ante la Pasión de Cristo, en Sevilla se prefiere a la Virgen adolescente, en la que prima el carácter clásico y el amor por la belleza, como es este caso.
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