jueves, 3 de julio de 2008

Togado Berberini (Brutus Barberini)

Obra: Brutus Barberini y sus antepasados
Fecha: Siglo I a.C.
Estilo: Romano republicano
Material: Mármol

Esta escultura de bulto redondo representa a un senador, vestido con la toga de amplios y angulosos pliegues propia de su rango, que lleva en las manos dos bustos de sus antepasados, seguramente esculpidos partiendo de las máscaras mortuorias que las familias romanas poderosas hacían de sus antepasados.
Predomina la visión frontal y una acusada verticalidad que se rompe con el contraposto de las piernas. El canon de la figura principal es de ocho cabezas, lo que alarga la esbeltez del senador. En esta obra se nota el doble influjo que se ejerce sobre la escultura romana: el etrusco, que le lleva al realismo en los rostros, y el griego, que dota a la obra de la idealidad en el empleo del canon y el contraposto clásicos.
Polibio describe en los años centrales del siglo II a.C. el interés de las grandes familias patricias romanas por conservar el rostro de sus antepasados (imagines maiorum) en una mascarilla policromada de cera, que se obtenía directamente del cadáver poco después de morir. También por el culto que se daba a esta colección de antepasados en el ámbito doméstico y en los entierros de sus miembros más cualificados: "Cuando muere en Roma algún personaje de consideración [...] se coloca la imagen del difunto en el lugar más patente de la casa, metida en un armario de madera. En las funciones públicas estas imágenes se suelen descubrir y adornar con esmero. Y cuando fallece otro miembro ilustre de la familia se sacan para que formen parte del cortejo fúnebre y sean llevadas por personas que se les asemejan en estatura y aspecto físico". Dos siglos más tarde, Plinio constata los mismos hábitos en las viviendas y funerales romanos.
Para entonces ya se había puesto de moda perpetuar estas mascarillas en vaciados de bronce y copias de mármol, y de esa manera los nuevos matrimonios podían encargar reproducciones de sus antepasados para llevarlas consigo al nuevo hogar formado. La cabeza del togado no pertenecía al grupo, pero es también del siglo I a.C., durante la época tardo-republicana. Este desinterés por la congruencia anatómica entre cabeza y cuerpo se convertirá en un convencionalismo repetitivo y permitirá en el futuro la realización de cuerpos en serie.
En esta obra no se trata ya de las reproducciones en cera. Lleva en su mano derecha el busto de uno de sus antepasados, que reposa sobre una palmera, tal vez símbolo de la fertilidad, tal vez alusión a un cargo ocupado en alguna provincia de Oriente. La otra mano sostiene a otro antepasado: tres generaciones de la misma familia en el mismo grupo escultórico.
Este grupo es algo absolutamente novedoso respecto a lo que era habitual en la escultura griega. Y, además, hay en los tres retratos un aire claramente familiar: las evidentes calvicies, las amplias frentes llenas de arrugas, los pómulos salientes... la vida que ha pasado por sus cuerpos, ahora convertidos en piedra de una forma completamente naturalista. Realismo absoluto puesto al servicio de una idea de familia en la que cada nuevo miembro debía de mantenerse fiel a las tradiciones de sus antepasados; de alcanzar el honor, la virtud y la fama que ellos hubiesen logrado. Es evidente que la figura trasmite ese orgullo del patricio romano ante la importancia de su linaje representado por los retratos de sus familiares que le confirman en la sensación de superioridad tan propia de los patricios romanos.
Se llama Barberini porque fue el que compró la escultura en el siglo XVII.

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