Obra: El pensador
Autor: Auguste Rodin (1840-1917)Fecha: Entre 1880-1902Estilo: Impresionismo. Escultura del siglo XIXTécnica: Bronce
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En 1880 el Estado francés encarga a Rodin la realización de unas puertas monumentales para el futuro Museo de Artes Decorativas de París. El escultor pensó realizar estas puertas sobre la temática que se encuentra en La Divina Comedia de Dante. Cada estatua representaría a uno de los personajes principales del poema. El Pensador era la figura que recordaría a Dante frente a las puertas del infierno. Al final no se hizo la puerta, pero algunas de las figuras allí representadas las realizó después de modo independiente. El Pensador fue una de ellas y, además, la más conocida.
La referencia a Dante fue la idea original hasta 1885. Ese año el crítico de arte Octave Mirbeau escribió: "El Dante está sentado, su cabeza inclinada hacia adelante, el brazo derecho descansando sobre la pierna izquierda, impresionando en la forma desnuda un bello movimiento trágico". Pero esa idea inicial fue evolucionando en Rodin hacia una imagen más general del hombre que se levanta sobre su vida animal. Explicó esta transformación haciéndonos ver cómo desde un tema literario, sea del autor que sea, se puede expresar lo universal. Para el público, El Pensador se convirtió en un ícono del hombre meditando acerca de su destino y preparándose para la acción.
La inspiración clásica de las Puertas en general, y de algunas de sus figuras en particular, en el Renacimiento es manifiesta. En el Pensador es claro que se inspira en obras de Miguel Ángel, como el Moisés o la tumba de Lorenzo de Médicis. Rodin prefiere el desnudo porque deseaba una figura heroica, al estilo de Miguel Ángel, para representar tanto el pensar como la poesía del tema. Pero Rodin fue más allá de la representación idealizada de una persona para transmitirnos sentimientos, algo más universal y profundo (soledad, preocupación del hombre por el devenir del ser humano,…).
El espectador siente como si el hombre necesitara despojarse de todo lo que le pueda molestar en la búsqueda del verdadero pensamiento interior. Una lucha interna por la meditación y el poder abstraerse del mundo exterior para lograr el equilibrio espiritual. Las Puertas del Infierno son, en definitiva, una reflexión sobre la condición humana, con sus luces y sombras. Rodin dijo, al referirse a esta obra: "Un hombre desnudo sentado sobre una roca (...). Su cabeza sobre su puño, preguntándose. Pensamientos fértiles lentamente nacen en su mente. Él no es un soñador. Él es un creador".
Trata el volumen con grandes masas, pero no le preocupa la musculatura en sí, sino la potencia que surge de las formas y los músculos, la vibración de la materia. No cae en un virtuosismo estéril. Para Rodin el artista no debía ser un esclavo del modelo; al contrario, era el artista el que escogía, con su propio ojo y sensibilidad, el objeto a representar y por medio de su imaginación era capaz de modificarlo para crear una imagen nueva a los ojos del mundo. Anatómicamente puede decirse que falta una lógica entre las proporciones, pero no importa, pues éstas son utilizadas para resaltar el sentimiento.
La obra gusta de lo no acabado. De nuevo, la inspiración en Miguel Ángel es clara. Pero lo que allí fue imposibilidad material para rematar todo el trabajo que tenía que hacer, aquí se realiza de modo consciente, para valorar mejor la materia y la vibración de la luz sobre esa materia.
Trabajaba estas obras al vaciado. De El Pensador hay versiones y bronce y en mármol Pero en su momento, Rodin elaboraba estas piezas en yeso: vaciaba el yeso, material usado como borrador y desechado por los escultores, como una manera de criticar al circuito del arte y a la escultura en mármol (blanco igual que el yeso, pero infinitamente más costoso), reconocida como la única oficial. Su mensaje era claro: la imagen es superior al material con el que está construido.
No se puede entender la importancia del papel renovador escultórico de Rodin y lo que supondrá para el siglo XX si no se tienen en cuenta las circunstancias del la escultura del siglo XIX. Mientras que la pintura de finales del XIX brillaba con luz propia, la escultura estaba estancada en la repetición de fórmulas de un neoclasicismo decadente y carente de savia. Es cierto que los escultores tenían mucho trabajo, grandes encargos, pero la abundancia no era sinónimo de calidad. Otra innovación de Rodin fue el nuevo rumbo que dio al concepto del monumento y de la escultura pública y que sustituye el obsoleto concepto decimonónico. Ejemplo claro de esto lo constituye el grupo de Los ciudadanos de Calais. Es por esto que Rodin ha sido denominado en la historia del arte: «el primer moderno».
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