Esta obra se
conoce con dos nombres: la Virgen de Autun, porque el cuadro estaba en
la catedral de Autun, y la Virgen del Canciller Rolin, porque éste es
el personaje que aparece rezando ante la virgen María.
Nicolás Rolin era natural de Autun. Se cree que encargó la obra para donarla a la catedral de su ciudad,
igual que hizo cuando fundó el hospital de Beaune y pidió a Rogier van
der Weyden que pintara el políptico del Juicio Final.
El canciller Rolin,
al servicio de Felipe III “el Bueno”, Duque de Borgoña, fue el personaje más importante, sin duda, de la Corte de Borgoña.
Diplomático, político, intrigante, era de cuna baja; ascendió durante su
vida hasta ser nombrado canciller, que en aquel momento era un cargo
difuso, casi de servidor de cámara, y lo convirtió en una especie de
primer ministro, de hombre fuerte que sustituyó en sus funciones al
propio Duque. Su poder fue tremendo así como su riqueza, aunque su fama
era pésima y se le atribuían todo tipo de iniquidades e inmoralidad.
Fruto de esta fama personal es esta Virgen. Todavía no se sabe
si era un monumento más a su orgullo o un intento de borrar su mala fama
con una obra piadosa.
Rolin está retratado por Van Eyck nada menos que
de igual a igual con la propia Virgen María. Ni siquiera están en una
iglesia, sino en la loggia de un castillo, abierto a un
maravilloso paisaje. Decimos que el canciller está rezando ante María,
pero nada indica su fervor religioso, excepto que se encuentra
arrodillado. Su mirada es la de una profunda satisfacción de sí mismo, y
fija los ojos en el Niño de forma casi desafiante. Esta igualdad, esta cercanía
promiscua con las figuras divinas, eran escandalosas para la época, y
resulta obvio que el canciller se está haciendo un monumento a sí mismo,
más que rindiendo homenaje a la Virgen.
Por otro lado, el tipo de la
Virgen es el propio de Van Eyck, con un ángel coronándola, mostrando al
Niño en las rodillas de María (trono de Dios).
En los capiteles de las
columnas podemos reconocer diversas escenas del Antiguo Testamento: Adán
y Eva expulsados del Paraíso; Caín y Abel; la borrachera de Noé.
Respecto al hermoso paisaje del fondo, algunos han reconocido ciertos
edificios, creyendo que se trataba de la ciudad de Brujas, Lieja,
Utrecht, Lyon, Maastricht, Génova... No es ninguna de ellas y son todas
a la vez. Van Eyck visitó todos estos lugares en misiones secretas para
el duque Felipe el Bueno y pintó la ciudad ideal a partir de sus
recuerdos de todas ellas.
Para conocer algo más sobre el uso del óleo, leer la imagen Políptico de la Adoración del Cordero místico, de Van Eyck.
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