Autor: Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)
Fecha: 1647-1652
Estilo: Barroco
Material: Mármol blanco y rayos de bronce
La transverberación (experiencia mística de ser traspasada por un golpe de amor divino) de Santa Teresa es una obra encargada a Bernini por el cardenal Cornaro para presidir la capilla de su tumba.
Es una obra maestra del barroco romano. Hacía poco que el Papa había canonizado a la Santa (1614), y posiblemente este fuera el motivo de elegir el tema. La obra fue realizada a mediados del XVII, en un periodo de madurez de Bernini.
Santa Teresa, escritora mística española y reformadora de la orden del Carmelo, cuenta en su biografía la experiencia: "Le veía en las manos de Ángel un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Esto me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se me quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aún harto. Es requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento".
Santa Teresa, escritora mística española y reformadora de la orden del Carmelo, cuenta en su biografía la experiencia: "Le veía en las manos de Ángel un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Esto me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se me quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aún harto. Es requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento".
Bernini une en esta obra arquitectura, escultura y pintura; es la unidad de las artes propio del barroco.
Lo que se ve en la lámina es sólo una parte de lo que se realizó en esta capilla. A ambos lados, como si fuera en los palcos de un teatro, hay miembros de la familia Cornaro que presencian curisosos y atónitos el fenómeno.
En el altar hace un retrablo-transparente. Por una abertura, que el espectador no ve, entra la luz natural, que es subrayada con el efecto de los rayos dorados de bronce (símbolo de la gloria divina) que iluminan la escena.
La teatralidad barroca no puede estar más presente.
El esquema del grupo está formada por dos diagonales: la formada por el cuerpo de la santa y la diagonal que se forma entre el dardo y el corazón de santa Teresa al que apunta. Contrastando con ellas, aparece la verticalidad del querubín.
El éxtasis es una experiencia única de encuentro con Dios. Se aprecia en la Santa un estado físico de dolor y a la vez de alegría divina, con la expresión facial de un Sueño de Dios, llamado así por los místicos.
El momento elegido es el de más tensión, justo cuando el querubín va a lanzar el dardo de amor divino que traspasará el corazón de Santa Teresa. La Santa aparece en levitación, con el pie descalzo, suspendida, como sin pulso, en la nube.
Diferentes texturas aparecen en el mármol blanco de la escultura: angulosa y variada en el vestido de la Santa, vaporosa y esponjosa en la nube y pulida perfectamente en el querubín.
En resumen, Bernini nos dejó una obra de gran intensidad dramática, de fuerza dinámica, y de su habitual exquisito tratamiento del mármol.
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