Autor: Jacopo Comin [Jacopo Robusti] Tintoretto (1518-1594)
Fecha: 1548-1549
Estilo: Renacimiento; escuela veneciana
Técnica: Óleo sobre lienzo
.
Esta escena del lavatorio de los pies que Cristo hace a los apóstoles es una obra de encargo que recibe Tintoreto para la iglesia de san Marcuola en Venecia. Tenía que hacer juego en la iglesia con otro cuadro con la escena de la Última cena situado justo enfrente. Era un encargo importante y el joven pintor se esmeró para demostrar su valentía en el arte y su dominio de las tendencias más actuales de su época. Realizó dos pinturas que destacan por la calidad de sus acabados.
El cuadro se ha inspirado en el pasaje del evangelio de san Juan 13,2-14 que dice así: "Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.» Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.» Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.» Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.» Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros".
El centro del cuadro está ocupado por la mesa de la cena y el anecdótico perro en primer plano. A ambos lados, se encuentran dos escenas, cuando menos graciosas y anecdóticas, como el ya mencionado perro o la escena, aparentemente trivial y poco decorosa, del apóstol ayudando a otro a quitarse las calzas y venido al suelo, o el apóstol de la derecha descalzándose sobre el banco.
Es en el extremo de la derecha dónde vemos el tema del cuadro: Cristo de rodillas lavando los pies a san Pedro mientras otro apóstol, (tal vez san Juan) sostiene un aguamanil. A la izquierda observamos la figura de gran tamaño de otro apóstol que aparece descalzándose. Encima de la cabeza de Cristo sitúa una habitación, en penumbra y con una perspectiva que no guarda relación con el resto del cuadro, en la que se vislumbra, más que ver pues es como un esbozo, la escena de la Última cena.
Así el Lavatorio tiene un significado teológico, pues es una metáfora de la purificación que debe preceder a la comunión. La vinculación iconográfica entre estos dos momentos (lavatorio y última cena) era algo bastante común. Pero en esta iglesia adquiría un mayor sentido. Aquí era donde el Dogo (el más alto cargo de la República de Venecia) solía lavar los pies a doce mendigos el día de Jueves Santo; un episodio que se convertía en una manifiesta exaltación de la humildad.
Todas estas escenas se sitúan en una sala con un fondo totalmente abierto desde el que se ve una arquitectura fantástica con referencias clásicas y entre la que corre un canal con barca incluida, evocación clara de Venecia.
El espacio está representado por medio de una forzada perspectiva lineal en la que el punto de fuga se coloca muy desplazado del centro de la imagen, dentro del arco de triunfo de la izquierda del cuadro. Llama la atención la perspectiva del cuadro y la situación de Cristo dentro de él. Esto se debe a que Tintoretto sabía que el cuadro iba a estar situado en el muro lateral del ábside. Por eso pinta en función del fiel situado en la nave de la iglesia. De esta manera, conseguía aproximar y destacar al fieles que estaba en dicha iglesia la imagen de Cristo y de los dos apóstoles que lo acompañan. Así Cristo queda cerca del espectador, con lo que toma el protagonismo que le corresponde en el cuadro. La mesa, el diseño de las losas del suelo y la forzada perspectiva generaban, además una efectista sensación de profundidad espacial .
Los pintores venecianos manieristas se distinguirán, siguiendo el ejemplo de Tiziano, por la importancia concedida al color, que es en éstos el elemento configurador de la imagen pictórica, y no el dibujo, y por la mayor soltura en la aplicación de la pintura, lo que redundará en una mayor valoración de lo pictórico. Así, Tintoretto usa una gama de colores es amplia; basta ver cómo combina colores cálidos (como los rojos, rosas, carnes y marrones y fríos (como los azules) y los distintos grados de saturación de éstos. La luz que parece bañar la escena es difusa y crea en esta ocasión un claroscuro bastante acusado que genera una gran sensación de volumen tanto en la figuras como en la arquitectura en la que éstas se sitúan.
Este trabajo, atrevido en las perspectivas y la preponderancia del color sobre el dibujo, como corresponde a la tradición de la escuela veneciana, nos indica que Tintoretto fue un gran admirador de Miguel Ángel y de Tiziano, del que fue discípulo. En su estudio figuraba un cartel con este lema: el dibujo de Miguel Ángel y el color de Tiziano. Para terminar, conviene resaltar que la soltura y precisión en la aplicación de las pinceladas, el gusto por el color exuberante, las composiciones complejas y con perspectivas a menudo forzadas de Tintoretto tuvieron una extraordinaria influencia en la pintura barroca posterior.
2 comentarios:
Gracias, muy interesante.
perfecto para un trabajo
Publicar un comentario