Obra: Red Lily Pads (Nenúfares rojos) - Museo Solomon R. Guggenheim (Nueva York)
Autor: Alexander Calder (1899-1977)
Fecha: 1975-1976
Estilo: Escultura abstracta; cinética
Técnica: Lámina de metal pintada, barras de metal y cable
.
Cuando las vanguardias artísticas del siglo XX buscaban con avidez nuevas fronteras al arte, Calder surgió con fuerza al aplicar a la escultura abstracta la idea del movimiento. Se le considera como escultor abstracto, pues sus obras, aunque sean cinéticas, son formalmente abstractas.
Tradicionalmente se venía asociando escultura con la solidez, con la masa y, además, con algo bien asentada en el suelo; eran obras estáticas. Pero Calder rompió este estereotipo al considerar el potencial cinético del arte, algo prioritario para él. Su escultura no se posa en el suelo, sino que cuelga del techo. Es una obra dotada de ligereza, de colorido alegre, pero sobre todo es la escultura del movimiento.
El móvil se realiza con varillas de alambre y pequeñas piezas planas de metal suspendidas que son movidas ligeramente por el desplazamiento del aire ambiental. El móvil es, por tanto, una estructura abstracta que se balancea suavemente suspendida en el aire. Sus partes movibles crean una novedosa experiencia visual de dimensiones y formas en constante cambio. En los móviles, generalmente, no sólo cada pieza tiene una forma y tamaño particular, sino también posee un peso propio diferente. Hay que hablar de equivalencias. Cuando un conjunto de fuerzas opuestas al interior de una estructura se anulan entre sí, hablamos de un equilibrio, fuerzas compensadas mutuamente, llegando a un estado de reposo.
El color también es importante en las obras de Calder, como se aprecia en Nenúfares rojos, en los que el color rojo intenso dota a la obra de presencia visual. Los colores que usa son siempre planos. Normalmente emplea el negro y el blanco, por ser los colores más dispares, y el rojo por ser el más opuesto a estos dos. A veces también usa el azul y el amarillo, pero nada más. Desdeña los colores secundarios y los tonos intermedios porque solo sirven para confundir la claridad.
Esta obra, en concreto, consiste en una cascada de "pétalos" de aluminio pintados de rojo; formas redondas, lobulares y lanceoladas, que se balancean lentamente en la parte superior de la estructura en tanto que otros pequeños brotes caen meneándose en la parte inferior. Son formas que se abren y derraman en el vacío como inmensas paráfrasis de ramos arborescentes, de flores, que articulan el espacio en conexión con las rotaciones, ritmos oscilantes y leyes de la suspensión y de los movimientos de la Naturaleza. Estas piezas transfiguran la arquitectura del enorme hall del museo en universo cambiante, de carácter vibratorio, logrado con la sencillez de las cosas naturales.
Cuando las vanguardias artísticas del siglo XX buscaban con avidez nuevas fronteras al arte, Calder surgió con fuerza al aplicar a la escultura abstracta la idea del movimiento. Se le considera como escultor abstracto, pues sus obras, aunque sean cinéticas, son formalmente abstractas.
Tradicionalmente se venía asociando escultura con la solidez, con la masa y, además, con algo bien asentada en el suelo; eran obras estáticas. Pero Calder rompió este estereotipo al considerar el potencial cinético del arte, algo prioritario para él. Su escultura no se posa en el suelo, sino que cuelga del techo. Es una obra dotada de ligereza, de colorido alegre, pero sobre todo es la escultura del movimiento.
El móvil se realiza con varillas de alambre y pequeñas piezas planas de metal suspendidas que son movidas ligeramente por el desplazamiento del aire ambiental. El móvil es, por tanto, una estructura abstracta que se balancea suavemente suspendida en el aire. Sus partes movibles crean una novedosa experiencia visual de dimensiones y formas en constante cambio. En los móviles, generalmente, no sólo cada pieza tiene una forma y tamaño particular, sino también posee un peso propio diferente. Hay que hablar de equivalencias. Cuando un conjunto de fuerzas opuestas al interior de una estructura se anulan entre sí, hablamos de un equilibrio, fuerzas compensadas mutuamente, llegando a un estado de reposo.
El color también es importante en las obras de Calder, como se aprecia en Nenúfares rojos, en los que el color rojo intenso dota a la obra de presencia visual. Los colores que usa son siempre planos. Normalmente emplea el negro y el blanco, por ser los colores más dispares, y el rojo por ser el más opuesto a estos dos. A veces también usa el azul y el amarillo, pero nada más. Desdeña los colores secundarios y los tonos intermedios porque solo sirven para confundir la claridad.
Esta obra, en concreto, consiste en una cascada de "pétalos" de aluminio pintados de rojo; formas redondas, lobulares y lanceoladas, que se balancean lentamente en la parte superior de la estructura en tanto que otros pequeños brotes caen meneándose en la parte inferior. Son formas que se abren y derraman en el vacío como inmensas paráfrasis de ramos arborescentes, de flores, que articulan el espacio en conexión con las rotaciones, ritmos oscilantes y leyes de la suspensión y de los movimientos de la Naturaleza. Estas piezas transfiguran la arquitectura del enorme hall del museo en universo cambiante, de carácter vibratorio, logrado con la sencillez de las cosas naturales.
1 comentario:
Qué tendrán las obras de Calder que me gustan tanto!
Saludos, pasaba por aquí y me gustó el blog.
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