viernes, 19 de octubre de 2012

Capitel Sto. Domingo de Silos

 
Obra: Capitel de Santo Domingo de Silos
Fecha: Finales del XI y primer tercio del XII
Estilo: Románico
Material: Piedra

El claustro, centro neurálgico de la vida monacal en torno al cual surgen las principales dependencias del monasterio, era el elemento del monasterio que más se cuidaba en su aspecto estético. El de Silos tiene dos pisos. El superior fue construido a finales del XII. El inferior, realizado entre finales del XI y el primer tercio del siglo XII, es el que nos interesa. Cuenta con un conjunto de notables capiteles, la mayoría decorativos, en los que aparecen animales quiméricos, grifos, leones, arpías, centauros, aves fabulosas y toda clase de elementos vegetales; además posee tres capiteles historiados con temas bíblicos. Son varios los maestros que trabajan.
Todos los capiteles poseen un ábaco decorado con temas diversos (en este caso unos tallos vegetales entrelazados). La cesta del capitel es un elemento fundamental, pues es el medio de transmisión de lo que se quiere enseñar a los hombres a los que va destinado el mensaje en ella representado. En este caso, la temática de la cesta del capitel desconcierta, puesto que no representa temas religiosos, como sería de esperar, sino monstruos y seres fantásticos que se enredan en juegos de geometrías y entrelazos.
La arpía o sirena-ave (cabeza de mujer y cuerpo de ave), es un tema recurrente del segundo maestro de Silos. Este animal fantástico es uno de los elementos más representados por la plástica medieval del 'bestiario' medieval. Desde la antigüedad y a lo largo de toda la Edad Media se recurría a ellas a la hora de representar la tentación, aunque también fueron consideradas animales portadores de alma.
El cuerpo de las arpías está bien elaborado. Sus formas son de amplio bulto, con rostros decididamente humanos -masculino y femenino-; el cuerpo de ave se completa con unas patas de rumiante y una larga cola articulada, a modo de reptil o gran insecto. Están situadas en torno a una especie de arbolito central del que surgen ramas que las atrapan del cuello. Hay quien ve en este detalle un símbolo de la victoria del Árbol-Cristo sobre el mal. La escultura de los rostros es muy realista, hasta el punto de que el escultor hace patente las abultadas venas yugulares de su cuello. A pesar de su belleza, era el animal maléfico por antonomasia, animal denostado por cuanto que en sus mejillas hay marcas de rechazo: rayas y golpes.
Es difícil conocer el significado de este y de los otros capiteles semejantes. ¿Se trataba de un simple ornamento o tenían un sentido simbólico? Los artistas cristianos estaban influidos por la plástica oriental, en la que animales, tanto fantásticos como reales, desempeñaban un importante papel decorativo. Pero el artista románico sacraliza esta estética pagana dotando de un sentido alegórico a los animales. Los convierte, tanto a los reales como a los imaginarios- en portadores de virtudes (cigüeña, águila, paloma, león), o perversiones (mono, serpiente, liebre, conejo, jabalí, cabra). Dentro del bestiario fantástico existen animales empleados con carácter positivo, como el grifo; pero la mayor parte de estos animales son maléficos (arpía, dragón, basilisco, centauro). Por tanto, la aparición en capiteles, canecillos, metopas, tímpanos, etc., es reinventada y usada con sentido de enseñanza y advertencia de acuerdo con el carácter didáctico y moralizador de la escultura románica.

1 comentario:

Begoña dijo...

Gracias por su blog que hace posible la contemplación del Arte de todos los tiempos. He podido visitar nuevamente hace tres semanas el maravilloso espacio de Silos,¡qué recuerdos me ha traído la imagen!.