Obra: Cruz de la Victoria. Catedral de Oviedo
Fecha: Comienzos del siglo X
Estilo: Prerrománico, periodo asturiano
Material: Madera de cerezo, lámina de oro y
piedras diversas
La
cruz de la Victoria es una cruz latina.
Alfonso III el Magno, rey de
Asturias, la donó a la catedral de San Salvador de Oviedo en el año 908, según
consta en una inscripción colocada en el reverso de la cruz. Su estilo muestra
ciertas semejanzas con la orfebrería carolingia del siglo IX. Fue hecha por orfebres procedentes del reino
franco durante el reinado de Alfonso III.
El
alma de la cruz está formada por dos
maderos de roble que se unen en el
centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias.
Los
brazos de la cruz, que parten de un
medallón central, se ensanchan
ligeramente desde el medallón conforme avanzan hacia los extremos, y acaban en tres medios círculos
rematados a su vez por otros tres círculos casi cerrados. No obstante, el
extremo inferior de la cruz, que le sirve de base, termina en dos círculos casi
cerrados y no en tres, a fin de dejar espacio al astil que permite mantener la
cruz en posición vertical.
El reverso de la cruz es liso y contiene escasas labores de
orfebrería. Hay incrustadas cuatro gemas en forma de cabujón en cada uno de los extremos. Otras gemas más pequeñas están
incrustadas en los bordes. Los clavos que fijan la lámina de oro a la cruz de
madera están ocultos por florecillas, esferitas y formas amigdaloides soldadas.
Diversos
autores señalan que la cruz pudo tener
en el pasado un carácter ceremonial,
sirviendo de guion en procesiones
solemnes. Existen testimonios de época más moderna de que en tiempos de guerra la
cruz era sacada de la Cámara Santa de Oviedo y depositada en el altar mayor de
la Catedral ovetense, a fin de impetrar la paz y la victoria frente a los
enemigos.
También
aparecen en el reverso de la cruz inscripciones dedicatorias en la línea
de la Cruz de los Ángeles, incluyendo el lema Hoc signo tuetur pius-Hoc
signo vincitur inimicus (Con este signo es protegido el piadoso, con este signo es vencido el enemigo). Estas mismas palabras se repiten en otras cruces e inscripciones
posteriores en diferentes lugares ovetenses (palacio real, muros de la ciudad
de Oviedo, en La Foncalada, en San Martín de Salas, etc.). Esto demuestra la
importancia de la veneración de la cruz en Oviedo, que llevó a
consagrar no sólo monumentos religiosos sino también civiles.
Según
cuenta la leyenda es la cruz que llevó Don Pelayo en la batalla
de Covadonga y la que cohesionó a los astures, bajo un ideal más religioso que
político. Se buscaba alcanzar una unidad sociocultural que facilitara la
gobernabilidad. Pero este hecho, recogido por los eruditos en el XVI, ha sido
desmentido recientemente por los arqueólogos que han demostrado con la prueba
del C14 que la madera del interior de esta cruz procede de un árbol talado
durante el reinado de Alfonso III el Magno, y no de la época de don Pelayo,
primer rey de Asturias.
En
1977 esta cruz, junto con la Cruz de
los Ángeles, fue robada, sufriendo
graves desperfectos al ser arrancadas sus piedras preciosas y revestimientos de
oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario