Obra: Claustro de San Juan de los Reyes (Toledo)
Autor: Juan Guas
Fecha: Comienzo de la iglesia en 1477; del claustro en 1495
Estilo: Gótico de los Reyes Católicos, también llamado Isabelino
Técnica: Realizado en piedra
Isabel la Católica encarga en 1476 la construcción de este monasterio en la ciudad de Toledo como ofrenda votiva por la victoria en Toro sobre las tropas que apoyaban a su hermanastra Juana la Beltraneja para ser reina de Castilla y tras el nacimiento del príncipe Juan, llamado a ser su sucesor. La dedicación a san Juan evangelista viene dada por la devoción a este santo dentro de la familia Trastamara. Los padres de los Reyes Católicos se llamaban Juan; y en el escudo de la reina colocará él águila nimbada, símbolo del evangelista.
El claustro, de forma cuadrada, consta de dos pisos. Es el mejor ejemplo del gótico flamígero, también llamado en España Isabelino o Gótico de los Reyes Católicos.
En el piso inferior presenta arcos apuntados con unas tracerías elegantes.
En el piso superior los arcos son conopiales mixtilíneos y tiene antepecho de balaustres.
Los pilares exteriores son en realidad contrafuertes prismáticos de dos cuerpos coronados por pináculos.
Las obras fueron comenzadas por el francés Juan Guas; también tuvo intervención de Simón de Colonia y Enrique Egas. Los trabajos continuaron durante el XVI gracias al apoyo de Carlos I.
Los destrozos de esta obra comienzan con la guerra de la Independencia (1808) cuando fue saqueado e incendiado por las tropas francesas; y continuaron con la desamortización de Mendizábal en 1836. Su estado quedó ruinoso. A finales del XIX se inició la labor de restauración.
La reina Isabel, desde muy joven, estuvo muy cerca de los grandes institutos religiosos de su tiempo y de sus reinos: benedictinos, jerónimos y dominicos. Pero con ninguno empatizó más que con los franciscano y las clarisas. También es obvio que la historia de Toledo de este tiempo no puede escribirse sin este hecho del franciscanismo. Por eso, desde el comienzo, al cuidado de este monasterio estuvieron los franciscanos, y ahí siguen en nuestros días.
El monasterio, del que queda parte, es un exponente del sentido cristiano de la monarquía hispana y también de la renovación artística que en este momento, con la aportación real, se está haciendo del arte en España.
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