domingo, 1 de mayo de 2011

Courbet: Entierro en Ornans


Obra: Entierro en Ornans
Autor:
Jean Désiré Gustave Courbet (1819-1877)
Fecha: Mitad del siglo XIX (1850)
Estilo: Realismo. Pintura del siglo XIX
Técnica: Óleo sobre lienzo
.

Courbet nos presenta el entierro de una persona, tal vez el del propio abuelo del pintor, en Ornans, su pueblo natal. El momento elegido es el previo a la colocar el féretro en el hoyo que aparece en el centro de la parte inferior del cuadro, después de terminar las oraciones que realiza el sacerdote. Por comentarios que hizo el pintor, la población entera quiso posar para el cuadro. Entre las casi cuarenta figuras representadas a tamaño natural, en un retrato colectivo, está toda la comunidad, desde los representantes del ayuntamiento hasta las plañideras oficiales, pasando por los hidalgos y familiares del pintor. Se inspira de los retratos colectivos (doelen stukken) holandeses del XVII. Ni siquiera el perro, en primer plano, falta.

Es todo un manifiesto del realismo, nuevo estilo artístico defendido por Courbet, a quien se atribuye el propio término. Presentó el cuadro en el Salón de 1850 y provocó el escándalo y un rechazo bastante generalizado.

Para empezar, la obra está realizada en un formato grande, tamaño reservado para “temas elevados”: religiosos, históricos, mitológicos y retratos de las clases altas. Se criticó el que hubiera dado a un enterramiento en un pueblo, lo que sería un cuadro de costumbres o de género, un hecho intrascendente en todo caso, el formato y el tratamiento de un cuadro de historia. La obra tampoco gustó por la manera de representar a los propios personajes, poco agraciados físicamente y vestidos con ropas vulgares, pobres, sin ningún tipo de idealización. Pero los muestra tal cual son, pues así era la realidad, y nadie podía cambiarla. Además no ocurre nada destacado en el entierro ante una fosa que se atisba en primer plano. Es una escena casi estática, que muestra una gran indiferencia e increencia en los personajes.

La estructura del lienzo es horizontal, y las figuras se disponen sin ningún tipo de organización establecida o jerarquía, casi como en un friso, donde ni siquiera hay simetría. Con estos elementos, rompe toda la idealización romántica. Usa una gama cromática muy reducida, lo que aumenta el dramatismo de la escena. Predomina el color negro y el blanco, también hay rojos en las togas y los birretes de los maceros, en los que se ve la influencia de Velázquez y Zurbarán. El color blanco predomina en las personas y en los objetos del primer plano (pañuelos, toquillas, cuellos de las camisas y el perro) que están por todo el cuadro. Junto a estos colores predominan una serie de tonos ocres-terrosos y verduscos del paisaje que dan uniformidad al cuadro.

El tema del cuadro fue considerado durante mucho tiempo como anticlerical, pero ha sido reinterpretado recientemente como una composición en la que domina la idea de un “acuerdo universal”, preocupación constante del siglo XIX y de la generación de 1848 en particular. Esta interpretación está motivada en el hecho de que la escena está dominada por Cristo en la cruz, y donde se codean el clero, un alcalde y un juez francmasón, rodeados de hombres y de mujeres de todas las condiciones sociales.

Según nos acercamos a mediados del siglo. XIX, se van agotando los valores románticos a medida que avanza la ideología socialista y la percepción de las injusticias sociales que está provocando la Revolución Industrial. Esto origina una reacción en muchos artistas que usan la pintura como un arma de denuncia. Para ello ya no servían los modelos artísticos del pasado. Por eso se apuesta por la representación directa de la realidad, por la provocación como forma de relación con el espectador.

El contexto histórico en que vive Courbet, con la revolución de 1848 y el advenimiento de la II República francesa, influye enormemente en el artista. Para él supone un salto cualitativo importante, una manera de cambiar su actitud ante el público y el arte. Cree que debe surgir una nueva cultura, la de los valores proletarios, que va a ser clave en su pintura. Las teorías acerca del realismo tomaron cuerpo en las infinitas y fecundas discusiones que tienen una serie de artistas e intelectuales. Courbet fue, pues, un hombre muy comprometido política y socialmente a lo largo de su vida y, consideró a la pintura como medio eficaz en la lucha por la defensa de sus ideas. Con obras de este tipo trataba de manifestar su repulsa y rechazo a la sociedad injusta de su tiempo, pues no representaba escenas y acontecimientos de los ricos burgueses que pagaban por ser pintados, sino hechos de la vida cotidiana y de personas absolutamente desconocidas.

No hay comentarios: