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martes, 1 de marzo de 2011

Borromini: San Carlos de las Cuatro Fuentes

Obra: Planta de San Carlos de las Cuatro Fuentes (Roma)
Autor: Francesco Castelli (Francesco Borromini) (1599-1667)  
Fecha: 1662-1667  
Estilo: Barroco
 
En esta planta observamos el conjunto arquitectónico realizado para un convento de Trinitarios Descalzos españoles en Roma. Había poco dinero y el solar era pequeño e irregular. Sin embargo, Borromini consiguió albergar las partes propias de cualquier convento: refectorio, dormitorio, biblioteca, claustro e iglesia.
Las partes más interesante son el claustro y la iglesia. El claustro está orientado en el mismo eje mayor que la iglesia. Tiene forma de rectángulo ochavado en las esquinas, lo que le une al ritmo ondulante de la iglesia. Va montado sobre columnas pareadas. 
En la iglesia el elemento sustentante es el muro. La forma de su interior es casi una elipse, o un óvalo. Todo su perímetro está articulado en segmentos cóncavos y convexos. Este tipo de planta alabeada, tan dinámica, condiciona el interior de la iglesia. A su vez el muro presenta nichos avenerados, con columnas de orden compuesto, que se ondulan, lo que contribuye a aumentar el efecto de dinamismo y profundidad. La cubierta se hace con un cúpula elíptica sobre pechinas decorada con casetones (en la imagen no se ven) y una linterna. 
Sobre los altares coloca unas bóvedas de cuarto de esfera. 
El altar mayor se sitúa en el extremo del eje mayor, frente a la puerta de entrada. 
En el exterior, el chaflán de la esquina, donde se sitúa la fuente, aumenta la perspectiva de la plaza con un efecto escenográfico barroco. 
La fachada de entrada a la iglesia presenta el movimiento cóncavo y convexo dinámico muy propio de Borromini. Es una fachada alabeada. 
En resumen, vemos una de las obras cumbres de de la arquitectura barroca. Borromini es el máximo representante de la opción anticlásica del barroco romano y opuesto al clasicismo de Bernini. 
Conviene comparar esta planta con la de san Andrés del Quirinal, obra de Bernini, para ver las diferencias.

lunes, 28 de febrero de 2011

Lorenzo Bernini: San Andrés del Quirinal

Obra: Planta de la iglesia de san Andrés del Quirinal (Roma)
Autor: Lorenzo Bernini (1598-1680)
Fecha: Siglo XVII
Estilo: Barroco

Esta capilla está adosada al noviciado de los jesuitas en Roma. La entera remodelación de una iglesia antigua nos habla de la creciente importancia que los jesuítas están adquiriendo en el seno de la Iglesia. Pero también nos indica el interés del papa Alejandro VII por embellecer Roma. 
La iglesia adopta una forma elíptica centralizada. Esta es la forma que por esas fechas está usando Bernini en la gran plaza de san Pedro del Vaticano. Dentro de un barroco calmado, como es el de Bernini, busca un juego de formas que se contraponen. El muro es el principal soporte del edificio y tiene un carácter dinámico. 
La búsqueda del movimiento y el factor sorpresa se aprecian claramente en la planta. Contrapone el movimiento convexo de la escalinata de acceso a la iglesia con el cóncavo del pórtico lateral. La persona que pase por delante de la iglesia es invitada a entrar por medio de esas alas muy salientes, que se abalanzan sobre el espectador para acogerlo. 
Realiza una sola puerta en paralelo con el eje mayor del edificio y no con el menor, como era lo habitual. El espectador contempla así un amplio frente visual nada más entrar subrayado por el pequeño ábside que se encuentra de frente. Al lado de este ábside hay dos pares de columnas corintias con un frontón curvo. El conjunto de este eje se basa en la contradicción del juego de volúmenes: convexo en la entrada y cóncavo en las capillas. 
A ambos lados del eje mayor, en el muro de la capilla, coloca cuatro capillas más con su correspondiente altar, separados por pilastras. Los nichos, con tribuna sobre ellos (característica de las iglesias jesuíticas), permiten alojar el confesonario. 
La iglesia está cubierta con una cúpula también elíptica
Si en vez de la planta contempláramos en su interior el ábside, veríamos en el lienzo del altar mayor el martirio de san Andrés. Este fue el glorioso destino que le condujo a la vida eterna, y esta es la lección que deben aprender los novicios: el sacrificio lleva a Dios. 
Conviene comparar esta planta con la de san Carlos de las cuatro fuentes de Borromini para ver las diferencias.

jueves, 2 de abril de 2009

Borromini: San Carlos de las Cuatro Fuentes

Obra: Fachada de San Carlos de las Cuatro Fuentes en Roma 
 Autor: Francesco Castelli (Francesco Borromini) (1599-1667)  
Fecha: 1662-1667  
Estilo: Barroco  
 
 La iglesia de san Carlos de las Cuatro Fuentes levantada en Roma es una obra clave en el barroco italiano del XVII. Borromini, rival de Bernini, el arquitecto oficial de San Pedro del Vaticano- Como se aprecia, Borromini realiza una arquitectura muy personal, llena de vida y movimiento. 
La fachada de la iglesia, realizada al final de su vida y terminada por su sobrino, consta de dos pisos separados por un entablamento y tres cuerpos verticales. El muro, también ondulante, se articula por medio de cuatro columnas exentas de orden gigante con fuste liso y capitel corintio que soportan el entablamento. Los ritmos son opuestos en ambos pisos, pues a las formas cóncavas del piso bajo les corresponden formas convexas en el alto y viceversa. Es, por tanto, una fachada alabeada. 
La plasticidad de la fachada viene reforzada por entablamentos que se ondulan y se quiebran en perfiles mixtilíneos a fin de conferir al conjunto un movimiento permanente. La sintaxis arquitectónica no puede ser más anticlásica y heterodoxa. Esta es la mayor novedad de la fachada. Todo en ella, a base de formas cóncavas y convezas, es dúctil, maleable; es como si la piedra rígida y fría se hubiese convertido en un material plástico, moldeable en manos de Borromini. 
Borromini fue el máximo representante de la opción anticlásica dentro del barroco romano, opuesta al clasicismo de Bernini, del que fue coetáneo y rival. 
Su arquitectura fue muy imaginativa y expresiva, y tuvo que ingeniárselas para sacar gran partido de materiales constructivos y decorativos pobres, pues sus proyectos, en general, fueron realizados para órdenes religiosas con pocos recursos; en este caso, la realizó para la orden de los trinitarios. 
La estrechez de la calle y el verticalismo de la fachada, reforzado por la torre campanario sobre el chaflán que contiene la fuente, obligan al espectador a distanciarse del conjunto de san Carlos y a contemplarlo con cierta perspectiva, inmerso en el enclave urbanístico de la Roma barroca en el que se halla. Esta forma achaflanada de la esquina hace que la sensacion de espacio del cruce de las dos calles se amplíe, en un efecto muy barroco. 
El sentido teatral de la fachada viene dado por varios elementos: relieves ornamentales; nichos y las estatuas de San Carlos Borromeo y otros santos; el edículo-ventanal saliente del piso superior; y el gran óvalo llevado por ángeles que rompe el entablamento y la balaustrada de remate. Ese óvalo contiene una pintura al fresco de la "Coronación de la Virgen". 
La fiebre constructiva que parece afectar a Roma a lo largo del siglo XVII es una muestra del afán de la Iglesia Católica por demostrar su poder que estaba muy debilitado por las constantes luchas contra los Reformistas protestantes. El papado se empeña en demostrar su poder construyendo fastuosos templos y palacios aunque en muchos casos, la apariencia de lujo y poder encubre la pobreza de los materiales (ladrillo, estuco) que prueban el mal momento económico de la iglesia. Este esfuerzo constructivo va a dar origen a muchos templos emblemáticos y monumentos que sembrarán la ciudad de Roma de hitos que harán historia.

miércoles, 1 de abril de 2009

Plaza de san Pedro del Vaticano

 
Obra: Plaza de San Pedro del Vaticano  
Autor: Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)  
Fecha: 1656-1667  
Estilo: Barroco
  
En la imagen de abajo, estado en que se encontraba la que será plaza de san Pedro a finales del XVI, cuando ya está casi terminada la cúpula de la iglesia.
 
En 1603 Carlos Maderna recibe el encargo por parte del papa Paulo V hacer la fachada de la fábrica de san Pedro. 
 
 
A mediados del siglo XVII Bernini recibe del papa Alejandro VII el encargo de realizar delante de la basílica de san Pedro del Vaticano una gran explanada que sirva para acoger a una congregación de fieles que fuera a visitarle.
En realidad, Bernini hace dos dos plazas: una trapezoidal y otra elíptica. La primera plaza arranca con dos tramos en forma trapezoidal que se abren a una plaza en forma de elipse. Así corrige la desviación visual que se hubiera producido de haberlos puesto paralelos. 
La elipse es una forma querida por el barroco, porque ofrece unas pespectivas más movidas y variadas que la forma circular.
Es un ejemplo más de la glorificación del papa como jefe de un Estado. El simbolismo de la forma de la plaza es que el papa, coronado con la tiara (cúpula), acoge con sus brazos (elipses de la plaza) a los fieles. 
Además, de esta forma, se cumplía otro deseo del papa: que todos los fieles pudieran ver la balconada de la fachada principal desde la que daba la bendición a los fieles, especialmente la Urbi et orbi
 
 

Como hemos dicho, la plaza está formada por dos cuerpos bien distintos: una parte de forma trapezoidal y otro cuerpo de forma semi elíptica. La sección ovalada está cerrada por dos pórticos semicirculares con una columnata  de 284 columnas de orden toscano de 16 ms. de altura  con capiteles dóricos. Las columnas, dispuestas en cuatro filas crean 3 carriles paralelos. Por el carril central podía transitar un carro, los otros dos eran peatonales.

La plaza debería haber quedado parcialmente cerrada por un edificio que se hubiera colocado donde termina la vía de la Concilazione; de esta manera se hubiera conseguido un factor de sorpresa al entrar en la plaza tras pasar este edificio, otro efecto querido por el barroco. Así estaba recogido en los planos que se conservan de la época. 
 
Hoy ese factor de sorpresa, tan querido para el barroco, no se puede conseguir. En tiempos de Mussollini, a partir de 1936, después de los tratados de Letrán,se empezó la demolición los edificios de la "spina" del Borgo y se abrió la vía de la Conciliación.
 
 
No hay que olvidar que el urbanismo es un elemento característico del periodo barroco y la plaza es un elemento típico de urbanización de este momento. Es el tiempo de numerosas y muy interesantes plazas públicas: las del Obradorio, Vendome, Salamanca, etc.
 

martes, 31 de marzo de 2009

Bernini: Baldaquino de San Pedro del Vaticano

Obra: Baldquino de San Pedro del Vaticano
Autor: Lorenzo Bernini (1598-1680)
Fecha: Siglo XVII
Estilo: Barroco

Esta obra, un baldaquino a medio camino entre arquitectura y escultura, fue encargada a Bernini en 1624 por el papa Urbano VIII, de la familia Barberini. Es el primer encargo oficial que recibe y lo hace para glorificación personal del papa, por eso tiene más forma de palio que de templete. 
Se levanta sobre cuatro columnas salomónicas de bronce que ya no se utilizaban desde el periodo romano. Los fustes retorcidos, indicando inestabilidad y movimiento, características barrocas, se apoyan en unos pedestales de mármol. 
En la parte superior hay un trozo de entablamento sobre cada capitel corintio. Une los capiteles con elementos que simulan telas propios de los palios de las procesiones. 
El conjunto se remata con cuatro volutas que terminan en un globo terrestre y una cruz
La decoración tiene dos motivos: en los fustes hay racimos de uva y elementos vegetales que hacen alusión al vino de la Eucaristía; pero también están presentes en varios sitios unas abejas, símbolo de la familia Barberini. 
Está colocado bajo la cúpula de Miguel Ángel y sobre la tumba de san Pedro apóstol. Con esta disposición se recuerda la forma que los cristianos antiguos usaban en sus basílicas: cripta con los restos de un mártir (aquí la tumba de san Pedro), encima el altar, y sobre él, el baldaquino. 
Está realizado en bronce sobredorado que en parte salió de las puertas del Panteón. La combinación de elementos arquitectónicos con escultóricos y pictóricos que se realiza en esta obra es una caracterítica propia del barroco, en el que la unión de las artes es algo frecuente.