miércoles, 5 de octubre de 2022

Panteón de Roma: exterior

 

Obra: El Panteón
Estilo: Romano, periodo imperial
Fecha: Siglo II d.C.; entre el 128-125
 
El Panteón original fue construido en el 27 a. C. por Agripa (Marco Vipsanio Agripa), importante militar y político romano. En el 110 d.C., un incendio arrasó Roma y dañó gravemente el monumento. Se inició su reconstrucción en tiempos de Trajano. Y, hacia el 120 d.C., el emperador Adriano decidió reconstruir la estructura y le dio el característico diseño circular.
El Panteón es de estructura romana, pero con un toque griego. El edificio combina el frente de estilo griego con la gran cúpula, importante aportación romana. En el friso del entablamento la inscripción pone "M.AGRIPPA.L.F.COS.TERTIVM.FECIT", que significa "Marco Agrippa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez, lo construyó". Las letras de bronce de la inscripción se agregaron durante la reconstrucción de Adriano.
El pórtico de entrada es tan grande que se convierte en un pronaos propio de un templo clásico rectangular greco-romano. La cella, sin embargo, es una amplia rotonda circular, más propia de un tholos griego.
Es octástilo (ocho columnas en la fachada); además tiene cuatro columnas en los lados laterales. Se accede a su interior subiendo cinco escalones. Dado el carácter de este pronaos, podemos suponer que sus elementos sustentantes serán los característicos: sobre las columnas se levantaría el elemento sustentado con entablamento (arquitrabe, friso y cornisa) así como el frontón con su tímpano correspondiente. El tejado del pórtico es a dos aguas. Para unir estas dos partes se coloca una estructura prismática intermedia a modo de machón que sirve de elemento de unión.
La cúpula es un hito constructivo, tanto por sus dimensiones como por su peso. Es la mayor construida hasta entonces. Se asienta sobre un grueso anillo mural realizado en hormigón (cal, cascotes y fragmentos de ladrillo con agua). Por el exterior este muro parece un cilindro homogéneo, pero su estructura tiene enormes pilones y entre ellos unos arcos de medio punto de descarga empotrados en el muro, que transmiten el peso de la cúpula precisamente a los pilones, auténticos soportes de aquella. Este sistema explica la ausencia de contrafuertes exteriores. Y también explica que se pudieran abrir en el muro interior, las siete exedras (capillas), más la puerta de acceso entre los pilones. 
La cúpula propiamente dicha, para reducir su peso consta de dos paredes rellenas de materiales de menos peso, como escoria volcánica, cerámica y ladrillos grandes colocados en líneas concéntricas para una mejor trabazón. Otro medio parar reducir su peso fue disminuir su grosor en altura, de tal forma que en su parte inferior mide 6 metros y en el nivel del óculo sólo tiene 1,5 metros de espesor.
 

lunes, 3 de octubre de 2022

El Escorial: Patio de los Evangelistas

 
Obra: Patio de los Evangelistas; San Lorenzo de El Escorial  
Autor: Juan Bta. de Toledo (c.1515-1567) y Juan de Herrera (1530-1597)
Fecha: Siglo XVI; entre 1559-1584  
Estilo: Renacimiento  
Material: Piedra de granito
 
El claustro grande o Patio de los Evangelistas es una de las partes más importantes de El Escorial desde el punto de vista arquitectónico, tanto por las fachadas de las galerías del Claustro, diseñado por Juan Bautista de Toledo y variado por Juan de Herrera, como por el Templete, obra de este último. Ocupa la zona oriental del convento.
Está organizado en dos pisos con arcos de medio punto sobre pilares y semicolumnas adosadas. Se remata con una balaustrada en la que aparecen como elemento decorativo las bolas de granito.
Repite el esquema romano del arco de triunfo. En correcta superposición de los órdenes clásicos, coloca en el piso inferior el orden toscano y en el superior el orden jónico. Su organización parte de los patios romanos renacentistas, pero los supera por su amplitud y horizontalidad. 
Este patio es un canto a la austeridad decorativa, a la geometría, a la proporción, la definición misma de la estética herreriana, tan cara al mundo renacentista
 
En el centro del clausto se encuentra el templete de los Evangelistas, última obra de Juan de Herrera para el monasterio.  El simbolismo del templete y el jardín hace alusión a la fuente de la Gracia y de la vida espiritual (los cuatros Evangelios), y al jardín del Edén con los cuatro ríos nombrados por el Génesis que riegan las partes del mundo.

El templete se presenta como un tholos clásico de estilo toscano. La estructura es del tipo de plan central con una planta seudoctogonal, pues está achaflanada por las esquinas. En todo su perímetro hay un entablamento clásico, con su arquitrabe, su friso de triglifos y metopas, y una cornisa volada. Sobre el entablamento se sitúa una balaustrada. Una cúpula con tambor corona el edículo. Toda la parte exterior es de granito.

 
En los chaflanes se abren unos arcos pequeños con nichos que están ocupados por las estatuas, de tamaño mayor que el humano real, de los cuatro evangelistas. En los lados mayores del octógono se abren unos arcos de mayor tamaño. Todo el conjunto escultórico, realizado en mármol blanco de Génova, se debe al cincel de Juan Bautista Monegro (c.1545-1621).
 
Cada evangelista está precedido por su correspondientes símbolo (Mateo, el ángel; Marcos, el león; Lucas, el toro, y Juan, el águila). Además, cada evangelista lleva en sus manos un libro abierto y, escrito en él, un texto de su respectivo evangelio en el idioma en que originalmente fuera escrito (Mateo en hebreo, Marcos en latín, Lucas en griego y Juan en siriaco).
 
 
 El interior del templete está chapado con mármoles y jaspes rosas y grises.

 
La relación con el templete de san Pietro in Montorio, levantado en Roma por Bramante entre 1502 y 1510, parece evidente. La obra de Juan de Herrera es una interpretación del la obra bramanesca cuando ya en Roma no se llevaba este tipo de arquitectura.
 
 

domingo, 2 de octubre de 2022

El Escorial: Panteón

Obra: Panteón; Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial 
Autor: Juan Gómez de Mora y Giovanni Battista Crescenzi
Fecha: Siglo XVII 
Estilo: Barroco 
Material: Mármol y bronce
 
Cuando Felipe II levantó este Monasterio quiso, entre otras cosas, que fuera un panteón dinástico para acoger sus propios restos mortales, los de su padre, Carlos V, y sus respectivas familias, incluidos el príncipe Carlos y Juan de Austria. Para su custodia y sufragios, puso una comunidad de monjes jerónimos que elevasen sus preces a Dios en acción de gracias y en súplicas por el eterno descanso de la familia real.
El panteón, una pequeña y austera sala con bóveda encalada para acoger los restos mortales de Carlos I y de él mismo, estaba situado exactamente debajo del altar mayor y del sagrario.
Pero este plan inicial del rey Felipe II se vio alterado cuando Felipe III decidió colocar el panteón en lo que debería ser la capilla palatina funeraria. Giovanni Battista Crescenzi lo revistió de mármoles y bronces. Se  terminó en tiempos de Felipe IV. Son 26 los nichos con sus respectivos sarcófagos de mármol los que contienen los restos de casi todos los monarcas de España desde Carlos I hasta los Condes de Barcelona, Juan de Borbón y María de las Mercedes, del siglo XVI al XXI. Estamos viendo, por tanto una obra ya barroca.
 


En (B) está el lugar originalmente pensado para el enterramiento con los sarcófagos. Esta cripta se terminó en 1568. Estaba colocada exactamente debajo del altar (A) y del sagrario (F). Felipe II fue enterrado en este lugar cuando murió. Al mismo tiempo se hizo la parte inferior (C), una capilla palatina funeraria de acceso privado para la familia real y a la que no tendrían acceso los monjes (es el actual panteón). Esta capilla, trazada por Juan Bautista de Toledo y terminada por Juan de Herrera debió quedar terminada en 1570 recubierta de granito. En la letra (E) se situaba el sotocoro para que los monjes, que llegarían por unas escaleras de caracol, rezaran por los difuntos. Encima estaba el coro (D) desde donde la familia real asistiría al culto. La letra (G) señala la ventana para que, a semejanza de la capilla principal de la basílica, el rey pudiera seguir el culto de esta capilla funeraria desde sus propios aposentos. Los dormitorios de verano del rey, apenas utilizados por el clima de El Escorial, estaban en la parte más fresca del monasterio, justo debajo de las habitaciones ocupadas durante el resto del año.


Esto es lo que hoy vemos de la cripta austera y catacumba (B) sin adornos que Felipe II eligió para su eterno reposo. Aquí deberían seguir los féretros de Carlos I y Felipe II. Pero hoy, adulterado el deseo real, sus restos se encuentran en el Panteón barroco. Ahora este lugar sirve de trastero y no se visita.
 

El sotacoro o "choro baxo" (E) donde los monjes cantaban sus honras fúnebres cuanto el Panteón era una capilla funeraria, en época fundacional, se usa a partir del siglo XVII como pudridero. La sala (D), el coro desde el que la familia real asístía al culto, se convierte en el siglo XVII, en el Panteón de los Infantes, modificado en el siglo XIX.
 
Antigua ventana (G) desde donde Felipe II hubiese asistido a los oficios de la Capilla funeraria, desde las habitaciones reales de verano, que tuvieron poco uso, por húmedas y frías. 
 

Dibujo original de Juan de Herrera grabado por Pedro Perret en 1587. Aquí se ve muy bien la idea original del Panteón.

El Escorial: Basílica

Obra: Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial; Basílica
Autor: Juan Bta. de Toledo (c.1515-1567) y Juan de Herrera (1530-1597)
Fecha: Siglo XVI; entre 1559-1584  
Estilo: Renacimiento  
Material: Piedra de granito

La basílica ocupa la parte central de todo el conjunto arquitectónico del Monasterio, y en torno a ella se articulan las demás dependencias. Ya se ha visto en otra entrada de este blog. El templo, obra maestra de la arquitectura española del Renacimiento, fue realizado por Juan de Herrera.
Tiene planta de cruz griega y está dividida por tres naves cubiertas con bóveda de cañón levantadas sobre el clásico entablamento, separadas por cuatro enormes pilares dóricos decorados con dos filas  de pilastras dóricas. Es una iglesia de Corte. En el coro se situaba la comunidad de monjes jerónimos; y los pocos fieles que entraban en la iglesia se situaban en el sotocoro. Y, para hacer visible el altar mayor a ambos grupos, con su espléndido retablo, este se encuentra elevado.
 
 
 

Sobre los pilares se sustenta una inmensa cúpula con linterna levantada sobre pechinas con ocho ventanales abiertos en el tambor, que eleva la bóveda.  Podría haber sido influenciada por la cúpula proyectada por Miguel Ángel para la basílica de san Pedro del Vaticano. No utiliza la doble cúpula; lo que se ve por dentro es la misma cúpula que se observa por fuera.
 
 
 
La austeridad de conjunto de El Escorial se aprecia aquí también: orden toscano en el tambor, entablamento clásico con triglifos y metopas sin decoración, bolas sobre pirámides, hornacinas vacías, etc. Y siempre el granito. Todo lo que has leído hasta ahora se observa perfectamente en la planta. Pero en el templo hay más cosas.
 
 
 
 Debajo del altar situado en el presbiterio (1) se encuentra el panteón. A derecha e izquierda del altar se encuentran los cenotafios [monumento funerario sin la presencia del cuerpo del difunto] de Carlos I (9) y de Felipe II (10). Desde las habitaciones palaciegas, Felipe II (2) podía contemplar, a través de una ventana, el altar y asistir así a la Eucaristía cuando la enfermedad le impidiera levantarse.
 

El Escorial: Patio de los Reyes

 
 Obra: Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial; Patio de los Reyes 
Autor: Juan Bta. de Toledo (c.1515-1567) y Juan de Herrera (1530-1597)
 Fecha: Siglo XVI; entre 1559-1584  
Estilo: Renacimiento  
Material: Piedra de granito
 
Al traspasar la fachada oeste y el vestíbulo nos encontramos con el Patio de los Reyes, llamado así por la galería de seis Reyes de Judá que posee la fachada de su iglesia: Salomón, David, Josías, Manasés, Josafat y Ezequías. Estas esculturas de los Reyes de Judá, situadas en la fachada principal de la basílica, relacionan el edificio directamente con el tema del Templo de Salomón.
Debajo de los reyes encontramos un pórtico, nártex o vestíbulo de dos cuerpos para posteriormente alcanzar la planta centralizada que compone la basílica. 
La idea original de Juan Bautista de Toledo era crear este patio como un atrio previo antes de llegar a la fachada de la basílica.
 
El patio de los Reyes previsto por Juan Bautista de Toledo, según un estudio de Fernando Chueca Goitia, era un patio no cerrado y la fachada del edificio era la fachada de la iglesia, tal como se aprecia en el dibujo.

Pero este plan será modificado por Juan de Herrera al situar un vestíbulo previo al comienzo del patio que servirá para situar ahí la Biblioteca. Así el patio quedó cerrado y la fachada principal del edificio, una "falsa portada" fue levantada en línea con los edificios laterales.
 
El patio de los Reyes cerrado según lo planeado por Juan de Herrera, según un estudio de Fernando Chueca Goitia. La fachada del edificio se adelanta a la fachada actual.
 
La fachada se ordena con semicolumnas de orden toscano en su cuerpo inferior. Encima sitúa el entablamento clásico formado por arquitrabe, friso con triglifos y metopas sin decoración y cornisa. 
 

Sobre el entablamento sitúa las esculturas de los Reyes de Judá, destacados sobre pedestales delante de pilastras toscanas. Se remata la fachada con un frontón triangular, roto en su parte inferior por un enorme ventana.
Además, como elemento distintivo, encontramos dos torres que permiten enmarcar la fachada de la misma; están rematadas por chapiteles a cuatro aguas de pizarra negra. 
En todo el conjunto sobresale el sentido robusto del muro de granito, muy abundante en la zona, liso y desnudo de decoración. Como único elemento dinamizador hay que señalar las series repetitivas de ventanas adinteladas, muy sencillas y también carentes de decoración. Esta ritmo reitarativo de volúmenes ad infinitum es muy propio del manierismo. 
Lo más que se permite como decoración de la arquitectura es el uso de columnas toscanas y jónicas, frontones triangulares, pináculos en forma de pirámide con bolas y los óculos que se abren en los muros.
El tratamiento, deliberadamente austero como se observa, ofrece un vivo contraste con la arquitectura tradicional española del Renacimiento. Esta sobriedad y austeridad, dominó la arquitectura española durante casi un siglo, se extendió a América y se convirtió en una de la señas de identidad del reinado de Felipe II.