domingo, 2 de octubre de 2022

El Escorial: Basílica

Obra: Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial; Basílica
Autor: Juan Bta. de Toledo (c.1515-1567) y Juan de Herrera (1530-1597)
Fecha: Siglo XVI; entre 1559-1584  
Estilo: Renacimiento  
Material: Piedra de granito

La basílica ocupa la parte central de todo el conjunto arquitectónico del Monasterio, y en torno a ella se articulan las demás dependencias. Ya se ha visto en otra entrada de este blog. El templo, obra maestra de la arquitectura española del Renacimiento, fue realizado por Juan de Herrera.
Tiene planta de cruz griega y está dividida por tres naves cubiertas con bóveda de cañón levantadas sobre el clásico entablamento, separadas por cuatro enormes pilares dóricos decorados con dos filas  de pilastras dóricas. Es una iglesia de Corte. En el coro se situaba la comunidad de monjes jerónimos; y los pocos fieles que entraban en la iglesia se situaban en el sotocoro. Y, para hacer visible el altar mayor a ambos grupos, con su espléndido retablo, este se encuentra elevado.
 
 
 

Sobre los pilares se sustenta una inmensa cúpula con linterna levantada sobre pechinas con ocho ventanales abiertos en el tambor, que eleva la bóveda.  Podría haber sido influenciada por la cúpula proyectada por Miguel Ángel para la basílica de san Pedro del Vaticano. No utiliza la doble cúpula; lo que se ve por dentro es la misma cúpula que se observa por fuera.
 
 
 
La austeridad de conjunto de El Escorial se aprecia aquí también: orden toscano en el tambor, entablamento clásico con triglifos y metopas sin decoración, bolas sobre pirámides, hornacinas vacías, etc. Y siempre el granito. Todo lo que has leído hasta ahora se observa perfectamente en la planta. Pero en el templo hay más cosas.
 
 
 
 Debajo del altar situado en el presbiterio (1) se encuentra el panteón. A derecha e izquierda del altar se encuentran los cenotafios [monumento funerario sin la presencia del cuerpo del difunto] de Carlos I (9) y de Felipe II (10). Desde las habitaciones palaciegas, Felipe II (2) podía contemplar, a través de una ventana, el altar y asistir así a la Eucaristía cuando la enfermedad le impidiera levantarse.
 

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