martes, 12 de mayo de 2009

Velázquez: Felipe IV ecuestre

Obra: Retrato ecuestre de Felipe IV
Autor: Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660)
Fecha: 1635-1636
Estilo: Barroco
Técnica: Óleo sobre lienzo

El cuadro pintado por Velázquez representa al rey español Felipe IV a caballo. La obra se realiza tras la vuelta del primer viaje que Velázquez realiza a Italia; estaría pintado entre 1633 y 1635. Velázquez es pintor de cámara, es decir, es el retratista oficial de la corte. Pinta a los reyes y a sus esposas, a los herederos, infantas, bufones, personal del servicio, es decir a todos los moradores de palacio. A los reyes les satisfacía retratarse por manos de pintores de prestigio. Estos cuadros servían como autocomplacencia de los monarcas, como decoración y como medio de propaganda política. 
El cuadro fue realizado, junto con otros retratos (entre los que destaca el del Príncipe Baltasar Carlos) para ser colocado en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro que el rey se estaba construyendo en Madrid y del que apenas quedan rastros, excepto sus antiguos jardines que hoy forman el parque del Retiro. 
Felipe IV era buen jinete. Se había educado en la escuela de equitación de Viena. Velázquez representa al rey de forma ecuestre (a caballo) mientras el caballo realiza un salto de corveta, un paso propio de equitación que consiste en enseñar al caballo a andar sobre dos patas. 
El pintor va a lo fundamental, no se detiene en detalles retóricos. El rey va vestido de capitán general, con bastón de mando, banda y sombrero. Y lo importante es que el rey, como un jinete natural y apuesto, domina firmemente al caballo. El busto está erguido y el gesto firme contribuyen a dar la sensación de majestad. El rey está de perfil y va vestido con una media armadura de acero. 
Todo ello tiene un carácter simbólico. Así como el rey domina con firmeza y seguridad al caballo, de la misma manera el rey es capaz de llevar las riendas del Estado. Triste realidad, cuando el que llevaba las riendas del gobierno era el valido Conde-Duque de Olivares. Pero esto coincide con las responsabilidades y resultado militares del monarca que se encuentran en las pinturas de la Sala de Reinos del Palacio.
La composición del cuadro es sencilla, pero muy barroca. Hay un aspa formada por la diagonal del caballo que se contrapone a la diagonal muy blanquecina del paisaje más cercano. Al fondo se ve la sierra del Guadarrana, vista que se vería desde el Palacio del Pardo.
Como curiosidad, en el ángulo inferio izquierdo  se despliega una hoja de papel. Era un recurso habitual en la historia de la pintura para la poner la firma del pintor.Pero en este caso está en blanco. No hacía falta firma; por su estilo y técnica era seguro quién lo había pintado.

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