domingo, 3 de mayo de 2009

José de Ribera: La Inmaculada

Obra: La Inmaculada  
Autor: José de Ribera (1591-1652) Lo Sagnoletto  
Fecha: Siglo XVII(1635) 
Estilo: Barroco  
Técnica: Óleo sobre lienzo
 
El cuadro representa a la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción. Esta creencia dice que Dios preservó a la Virgen María al nacer del pecado, la inclinación al mal, con que vienen al mundo todos los hombres (pecado original), para preparar de esta manera a la que iba a ser madre de Jesús, su Hijo. Esta opinión estaba muy extendida en la España en el siglo XVII. La creencia acabará siendo declarada dogma de fe -verdad que deber ser creída por los católicos- en 1854 cuando el papa Pío IX proclamó el dogma, poniendo fin a una larga controversia que había comenzado en el siglo XII y que tuvo su punto culminante en la España del siglo XVII, cuando los protestantes no aceptaron esta creencia popular. 
En el marco de la compleja historia de la formación iconográfica de la Purísima hay varios momentos importantes; pero no será un tema frecuente en la iconografía cristiana hasta este siglo XVII en el que se pinta en España una serie numerosa de inmaculadas de gran calidad, pues era un tema muy popular. 
En cuanto a la iconografía, sigue lo indicado por Francisco Pacheco, su maestro, en El arte de la pintura, donde señala con precisión cómo se deben realizar las pinturas religiosas, y por ende, las esculturas. “Hase de pintar, pues en este aseadísimo misterio esta Señora en la flor de su edad, de doce a trece años, hermosísima niña, lindos y graves ojos, nariz y boca perfectísima y rosadas mesillas, los bellísimos cabellos tendidos, de color de oro; en fin, cuanto fuera posible al humano pincel… Hase de pintar con túnica blanca y manto azul que así apareció esta Señora a doña Beatriz de Silva… y la media luna con las puntas hacia abaxo”.
En el capítulo12 del Apocalipsis se lee: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. La tradición había identificado a esta mujer con María. 
Ribera aceptó la mayor parte de esta iconografía, pero rompió con el modelo estático tradicional español de Zurbarán o de Velázquez.
El resultado obtenido por Ribera es el más perfecto modelo de la iconografía de la Inmaculada, al condensar en ella todas las experiencias pasadas y ser un ejemplo para representaciones futuras. Es una versión de gran importancia en el iconografía posterior del tema de la Purísima. 
Ribera ha abandonado el tenebrismo y hace un cuadro luminoso, de rico colorido. Está influido por los pintores más luminosos del momento en Italia, los hermanos Carracci, pero dotó a la obra de una espiritualidad propia del barroco español.  
En la parte baja del cuadro unos angelitos llevan diversos atributos e invocaciones que la piedad popular atribuye a la Virgen según las Letanías de Loreto: palmera, rama de olivo, rosa, lirio, espejo sin mancha, torre de David, etc. En la parte baja del cuadro dos ángeles ya mayorcitos miran con arrobo a la Virgen. En la parte superior aparece la figura de Dios Padre, en atrevido escorzo, amparando con su mano a la Virgen. Debajo, la figura de la paloma, símbolo del Espíritu Santo, protege a la madre de Jesús, segunda persona de la Santísima Trinidad. 

1 comentario:

. dijo...

Genial, me viene de maravilla algunos detalles que andaba buscando para un examen que tengo mañana sobre el Barroco, y no entendia bien algunas cosillas de esta pintura!!
Bravo!!